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Miércoles, 9 de enero 2019, 12:30
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Las amapolas son como gotas de la sangre ardiente de jóvenes enamorados y, cuando las mueve la brisa, maripositas rojas moviendo sus alas, hasta parece que van a volar. La Catedral se asoma, siempre curiosa, para ver el baile -vals- de las flores agitadas por el viento. Y, mientras, el Verraco de la Puente suspira porque no puede bajar a corretear entre la hierba salpicada de colores y algún cardo, ay, de espinas aún tiernas y amorosas.Texto y foto: PUPARELLI
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