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Viernes, 26 de marzo 2021, 19:39
La ropa que los salmantinos desechan y donan al ropero de Puente Ladrillo, no sólo ha tenido una segunda vida para las personas más necesitadas de la ciudad sino que viaja a otros continentes más pobres. Primero fueron cajas a Perú, Kenia, Honduras... y después llegaron las “maletas viajeras”, en las que los inmigrantes afincados en Salamanca llenaban sus equipajes de prendas cuando volvían a sus países para repartir entre sus allegados. Fue en 2007 cuando el sacerdote salmantino José María Velasco, misionero en Paraguay al frente de varios proyectos sociales y educativos, se cruzó en el camino del ropero de Puente Ladrillo, que comenzó entonces a mandar cajas de ropa de excedentes mensualmente a Paraguay.
Ya en 2010 se optó por llenar un contenedor y desde hace once años, el ropero de Puente Ladrillo nunca ha faltado a su cita humanitaria anual con envíos de contenedores de ropa a Capiatá, una ciudad de Paraguay asolada por la pobreza y ahora con más necesidades por la crisis de la covid.
La pandemia no ha impedido que esta semana el ropero haya hecho historia al llenar con más de 20 toneladas de prendas de ropa y libros el contenedor más grande enviado hasta la fecha, de casi 13 metros de largo y 60 metros cúbicos de capacidad que viajará en varios buques desde Valencia a Algeciras, hacia Buenos Aires y Asunción para llegar a Capiatá a mediados de mayo.
Un envío que se ha financiado gracias a los donativos solidarios de los salmantinos que colaboran con el ropero pero también gracias a la aportación de 1 euro por cada 8 prendas de las personas pobres que acuden a por ropa a diario a este espacio.
Medio centenar de personas, entre voluntarios del equipo del ropero, la Fundación Mil Caminos, la Asociación Puente Vida, Santiago Uno, los scouts de las Siervas de San José y familias del barrio, se dieron cita en Jesús Arambarri para empaquetar las cajas y cargarlas al contenedor. Más de 20.000 kilos “de ilusión” que han vaciado por completo el ropero -a la espera ahora de nuevos donativos de los salmantinos-, pero que servirán para los más necesitados de Capiatá.
Allí, otra parte de las prendas se venderán a precios simbólicos para seguir financiando cursos de corte y confección para formar a costureros y lograr su inserción laboral.
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