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«Nos hemos llevado una sensación agridulce, por una parte venimos felices por lo que hemos podido aportar, pero por otra muy tristes porque queda mucho por hacer», es el sentimiento que traen cuatro jóvenes de Mancera de Abajo tras participar durante cuatro jornadas como voluntarios en las localidades de Catarroja, Paiporta y Algemesí, afectadas por la DANA.
«La realidad es mucho peor de lo que se puede ver en televisión o a través de las redes sociales, la gente allí está destrozada pero aún así trabajan sin parar cada día desde primera hora hasta las seis, ya que una vez que anochece es imposible hacer nada, en muchos sitios siguen aún sin luz», describe Nerea Tovar, concejal de Mancera de Abajo, que junto a Andoni Alonso, Rodrigo Hernández y Roberto García, llevaron a cabo esta tarea de ayuda.
Los cuatro estuvieron alojados en una iglesia de Alcasser habilitada como albergue, se duchaban en un polideportivo y cenaban en una falla que explican que es como una peña.
Antes de partir de Mancera de Abajo hicieron un comunicado para que las personas que quisieran pudieran donar enseres o hicieran alguna aportación económica que sirvió par que pudieran comprar cosas y cubrir los gastos del viaje.
Entre otras cosas han llevado fruta y verdura fresca, productos de higiene personal y de limpieza, mantas, productos para bebés y lo repartieron personalmente con su furgoneta por las calles de los pueblos.
Estos cuatro jóvenes manceranos cuentan que han podido ayudar en tres garajes diferentes. «En uno de ellos la tarea consistía en empujar el agua y lodo hacia una bomba que la extraía hacia un camión cisterna y en los otros garajes que no tenían bombas, había que rellenar cubos e irlos subiendo a la superficie a mano», relatan. «Es un trabajo muy duro físicamente para el que la mayoría de gente no estamos preparados, además del calor del esfuerzo físico, hay que sumarle la incomodidad de llevar mascarilla, buzos, gafas de protección, frontales de luz y guantes», argumentan.
Se traen el agradecimiento de las personas a las que han ayudado. «La gente de allí es muy agradable y están muy agradecidos a todas las personas que han echado una mano», anotan.
«Muchísima gente se ha quedado sin nada material y necesitan rehacer su vida de cero y otros muchos han perdido algún familiar o han estado a punto de perder la vida, y están muy afectados, e incluso disociados de la realidad», relatan.
Les ha impactado ver que cualquier descampado se ha convertido en vertedero o cementerio de vehículos, además de otras muchas imágenes que siempre recordarán.
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