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Tina y Ángel codo con codo en la cocina de su restaurante D. SÁNCHEZ
El último restaurante de El Casarito echa el cierre

El último restaurante de El Casarito echa el cierre

Ángel Hernández y su esposa Tina, se jubilan y esta emblemática zona de la provincia se queda sin negocios abiertos

D. Sánchez

Nava de Francia

Viernes, 30 de agosto 2024, 06:00

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La Sierra de Francia es una de las zonas con más encanto de la provincia de Salamanca donde además su deliciosa gastronomía ha hecho que se convierta en un lugar de peregrinación para aquellos que quieren dejarse embaucar por la cocina tradicional charra. En este sentido, durante décadas, la pedanía de El Casarito se erigió como punto de referencia por la calidad de sus restaurantes, enclavados en la puerta de la Sierra de Francia.

Hasta cinco establecimientos abrieron desde inicios de la década de los 60 hasta la entrada del nuevo siglo, en el que paulatinamente, uno a uno, fueron bajando sus persianas ante el auge de otros negocios en localidad como La Alberca y la falta de relevo generacional. El último de ellos, el restaurante asador que lleva el nombre de la pedanía, cerrará sus puertas el próximo 31 de agosto por jubilación de su actual regencia: Ángel Hernández y su esposa Tina.

«Nosotros hicimos un contrato de alquiler por el tiempo que nos quedaba de vida laboral», explica Ángel, «ahora llega el momento de jubilarnos». Ángel, con 66 años y una vida dedicada a la hostelería, apunta a la ausencia de un relevo generacional que pueda seguir con el negocio. «Este restaurante abrió en 1971, la persona que lo fundó murió hace unos años y uno de sus hijos estuvo muchos años al frente, pero hace unos años decidió ponerlo en venta o alquilarlo», relata Ángel, que junto a su mujer trabajaba en otro establecimiento al lado y apostaron por cambiar de local. «Pero manteniendo la esencia, con carne asada en pinchos, por la gastronomía tradicional, a semejanza de los que hacían los pastores del lugar».

Este hostelero hace un viaje por la memoria de El Casarito, rememorando los tiempos de esplendor. «Este lugar era una referencia en la provincia, porque además no había tanta oferta de restauración como hoy en día y la ubicación justo a las faldas de la sierra era un atractivo más». Sin embargo, los problemas que persiguen a la hostelería en general también se manifiestan en estos enclaves: «Esto tiene que ser un negocio familiar, es muy sacrificado, se echan muchas horas», indica Ángel, «la hostelería es muy complicada, es difícil conciliar vida laboral… es un trabajo duro». Un ejemplo de esto es la decisión de en este último año no realizar el servicio de cenas, «antes lo hacíamos en fines de semana y verano, pero decidimos que había que priorizar por nuestra vida personal».

Ángel y su mujer, naturales de Salamanca, cumplen más de 30 años en este gremio casi siempre en zonas rurales. «Estuvimos unos 10 años en la Sierra de Béjar, en Candelario y los gastos eran muy elevados, no nos salían las cuentas y nos vinimos a esta zona y aquí llevamos unos 8 años». Hasta el próximo 31 de agosto, su establecimiento seguirá atendiendo a sus clientes con cierto aire de melancolía: «Nos dicen que les da mucha pena que nos vayamos y que ojalá alguien venga y se lance a mantener vivo este negocio y esta zona de la comarca», comenta Ángel, «Ahora después de verano el trabajo baja bastante, pero ojalá alguien ponga el ojo aquí y en Semana Santa de 2025 alguna familia emprenda aquí». Durante estos días, Ángel y Tina recolectarán los recuerdos del trabajo de estos años para disfrutar una nueva etapa de su vida, pero dejando todo en El Casarito listo sin perder la esperanza de que no sea un cierre definitivo: «Este es un local bonito, con toque clásico pero actualizado y confortable. Da pena que este sitio emblemático caiga por la falta de relevo».

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