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Rosa Carmela Haro Rodero sirve una caña de cerveza en el bar El Chiringuito de Zorita de la Frontera. HOLGUERA
Rosa, de Madrid a Zorita: ‘No quería volver ni muerta, pero ahora estoy encantada’

Rosa, de Madrid a Zorita: ‘No quería volver ni muerta, pero ahora estoy encantada’

Volvió a su Zorita de la Frontera natal para regentar el chiringuito y ahora no descarta quedarse en el pueblo al que tantas veces había vuelto en sus sueños

Jorge Holguera

Viernes, 6 de enero 2023

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Hace medio año que Rosa Carmela Haro Rodero cambió su residencia habitual en la capital de España por la tranquilidad de la vida en el pueblo. Volvió a la localidad que le vio nacer hace seis décadas. Viviendo en Madrid había soñado en muchas ocasiones, situaciones que ahora vive en la realidad.

¿Cuándo se fue de Zorita?

—A los catorce años salí con mis padres a Baracaldo (Vizcaya). Allí trabajé en una tienda de regalos. A los 21, me fui a Madrid para cuidar de unos niños porque Baracaldo se me quedó pequeño. Después he estado trabajando en bares y restaurantes como cocinera.

¿Por qué decidió volver a Zorita de la Frontera?

—Fui a la Seguridad Social porque quería jubilarme y me dijeron que si no cotizaba durante por lo menos dos años más no me quedaba pensión. Salí toda cabreada y llamé a mi hermana. Ella fue quien me dijo, pues mira van a alquilar el chiringuito. Presenté mi propuesta al Ayuntamiento convencida de que me lo iban a asignar y así fue.

¿Qué significa para usted poder volver a vivir en Zorita y trabajar en su pueblo?

—Yo decía que al pueblo ni muerta. Había vivido toda la vida fuera y estaba muy desarraigada del pueblo. Pero tengo muchos recuerdos de lo vivido aquí en mi infancia. Supone que a partir de ahora pueda seguir viviendo aquí si me apetece. Yo ya si me acostumbro a vivir aquí ya no creo que vuelva a Madrid salvo de visita.

¿Posiblemente esta experiencia le ha cambiado la opinión que tenía antes de volver al pueblo?

—Totalmente. He pasado de no querer venir a Zorita a estar encantada de estar aquí.

¿Llegaste a pensar que volverías?

—Cuando vine me di cuenta que estaba viviendo cosas que yo había soñado, situaciones que ahora estoy experimentando.

¿Qué es lo peor y lo mejor de vivir en el pueblo?

—Lo peor, es que para poder desplazarme a otro lugar en coche, tener que depender de la gente. Eso lo llevo fatal. Lo mejor es que es una vida sanísima, no te molesta nadie. Todo el mundo si puede te echa una mano. Aquí somos pocos y nos ayudamos todos y en Madrid estás rodeado de gente pero no conoces a nadie. Es totalmente diferente.

¿En Madrid, vivía en el centro?

—En Madrid cogía el metro y me iba a cualquier parte. Aquí si quiero ir a Peñaranda, tengo que depender de la gente o llamar un taxi.

¿Qué tal ha sido la adaptación?

—Nunca dejé de venir al pueblo, o sea que yo estaba yo ya hecha a esta vida. Cada vez que se acercaba la fiesta animaba a mis hermanos para venir. Además como yo viví aquí, es como volver a empezar a a vivir lo que dejé hace muchos años, con mucha gente que conoces. Es como un punto y seguido.

¿Zorita habrá cambiado mucho?

—Cuando yo tenía 13 años pusieron el agua. Había mucha más gente, había taxis, más tiendas. Ha ido a menos pero hay más calidad de vida.

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