El original pueblo de Salamanca que tiene un cementerio en el que se entierran obras de arte

Se encuentra a media hora en coche y quizás sea el lugar en el que más arte radica de toda la provincia. Además de la capital, en cuyas calles se respira una gran pasión por su rico patrimonio, Salamanca puede presumir de tener un municipio en el que su compromiso con lo artístico se reafirma todavía más al contar con un cementerio en el que se cobijan las mejores obras.

Con poco más de 200 habitantes, en el este, todo aquel interesado en conocerlo puede toparse con un auténtico museo mausoleo. Y es que, en sus siete hectáreas al aire libre, se ha enterrado desde un Premio Nacional de Artes Plásticas hasta un balón depositado por el exseleccionador charro Vicente del Bosque.

Fue a raíz de una idea que tuvieron los artistas Domingo Sánchez Blanco y Javier Utray en el año 2005 cuando, en Morille, se acordó empezar a hacer enterramientos de obras de arte, inaugurándose así un cementerio con un sarcófago de hormigón, cuyas dos primeras piezas fueron un coche Pontiac y las cenizas del filósofo francés Pierre Klossowski. Desde entonces, esta iniciativa no ha hecho otra cosa que ser recibida con los brazos abiertos por parte de todos los vecinos del municipio, que, pese a ser pequeño, ha notado cierto progreso desde que esta iniciativa echó a andar.

Pero la forma de enterrar las obras es lo que verdaderamente llama la atención de este proyecto, que todavía sigue vigente y no deja de llamar la atención. Y es que, a la hora de ponerse manos a la obra, primero se expone la pieza y, después, se celebra una comitiva para proceder a su enterramiento, el cual culmina con una lápida en la que luce un epitafio para que la gente sepa qué es lo que se oculta bajo tierra.

Se trata, sin duda, de una iniciativa que no pasa desapercibida y que ha puesto a esta pequeña localidad de la provincia de Salamanca en el mapa.