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José Moreno Rivero, este jueves en la residencia mirobrigense. CASAMAR
La alegría de los mayores salmantinos inmunizados: “Todo el mundo debe vacunarse”

La alegría de los mayores salmantinos inmunizados: “Todo el mundo debe vacunarse”

A sus 84 años, José Moreno Rivero, afronta con “una gran tranquilidad el futuro” después de recibir las dos dosis en la residencia “El Caracillo”, de Ciudad Rodrigo

Viernes, 19 de febrero 2021, 18:31

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“Todo el mundo debe vacunarse, es algo que se debe hacer ya no solo por uno mismo sino también por los demás”, asegura José Moreno Rivero, que a sus 84 años ya ha recibido las dos dosis que procuran la inmunidad frente a los efectos de la COVID-19.

Residente desde hace unos años en el centro asistencial para personas mayores “El Caracillo”, de Ciudad Rodrigo, José Moreno afirma que “se han vivido momentos muy duros, porque está siendo una época muy dura y triste, pero ahora empezamos a ver la luz”.

Viudo desde hace tres años, este madrileño de nacimiento llegó a Ciudad Rodrigo cuando se jubiló “ya que mi mujer era de Puerto Seguro y nos trasladamos desde Cádiz al pueblo, realizando una reforma en su totalidad de la casa familiar”.

A lo largo de su vida, este profesional radiotécnico en embarcaciones señala que ha tenido la oportunidad “de viajar por todo el mundo, de conocer muchos países y personas”, aunque reconoce que esta casi nueva situación no la lleva tan mal “porque desde que falleció mi mujer me acostumbré a vivir solo, al estar mis hijas viviendo lejos, por lo que tampoco echo mucho de menos las visitas que ahora están muy controladas y medidas para evitar que nos contagiemos del coronavirus”, afirmando que “estoy contento de estar en la residencia, porque ya llegó un momento en que no podía yo solo con todo y aquí no tengo que hacer nada y además cuento con gente alrededor para hablar y estar acompañado”.

“Estoy perfectamente, ni siquiera he tenido una pequeña reacción”, asegura el residente

Una vez que ha recibido las dos dosis de la vacuna, José Moreno asegura estar “perfectamente, sin ni siquiera una pequeña reacción ni nada y sobre todo ahora estamos todos más tranquilos, porque estamos más protegidos contra el virus”.

José Moreno es usuario de la residencia “El Caracillo”, de Ciudad Rodrigo, que tuvo la mala suerte de sufrir uno de los primeros brotes de la enfermedad cuando apenas había equipos de protección individual, los conocidos como EPI, y había un gran desconocimiento del coronavirus. “Ahora la situación está bastante bien, sin contagios y realizando test semanales a los trabajadores, además de que ya todos, profesionales y usuarios están vacunados, a falta de dos residentes que tienen pendiente la segunda dosis”, señala Jesús García, director del centro.

Pilar Martín: “Hablamos separados por un cristal”

La normalidad va volviendo poco a poco a las residencias tras un año de sufrimiento. En El Cerro, Pilar Martín Sánchez ha podido encontrarse con sus cuatro hijos, Guillermo, Víctor , Francisco y Ángel, aunque para evitar riesgos ha tenido que ser con un cristal de por medio. “Todavía no podemos besarnos ni abrazarnos, pero podemos hablar”, cuenta apenas una semana después de haber recibido la segunda dosis de la vacuna. “Teníamos muchas ganas y ahora estamos todos muy contentos porque nos sentimos más protegidos”, reconoce.

Cuenta que en los días en los que hacía buena temperatura los encuentros se producían en el jardín de la residencia, en una mesa separada por una mampara. “Ellos están de un lado y nosotros del otro”, explica. Ahora, con el frío, las visitas se hacen dentro, separados por una puerta con cristal. “Y así hablamos muy bien”, reconoce.

“Hablo con mis hijos separados por una puerta de cristal. Ellos se ponen a un lado y yo al otro... y así lo hacemos”

A sus 81 años asegura no haber pasado miedo en todos estos meses, aunque echa de menos volver a pasear por el pueblo. “Ya que nos hemos protegido tanto todo este tiempo tenemos que seguir haciendo las cosas bien, así que preferimos no salir por El Cerro de momento”, cuenta.

Aunque han estado tranquilos en la residencia reconoce que le gustaría volver a la normalidad de lo que ha sido su día en día allí en los últimos trece años. “Aquí somos todos como una familia, aunque lo más difícil ha sido estar tanto tiempo sin poder salir. Todos juntos metidos dentro”.

“Lo más difícil ha sido no poder salir y tener que estar todos dentro, aunque seamos como una familia”

Los problemas que ha sufrido en su vida, como quedarse viuda muy joven y un tumor que la dejó ciega hace unos años, han hecho de Pilar una mujer muy fuerte. “Los médicos siempre me han dicho que soy muy dura”, afirma entre risas, mientras explica la ilusión que le hace que una de los seis nietos que tiene vaya a tomar la comunión el próximo mes de mayo. “No podré verla y a lo mejor tampoco abrazarla pero seguro que irá muy guapa con su vestido”.

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