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Jesús García coloca el letrero de Tamames, en la Antártida CASAMAR
Jesús García Gelado, militar salmantino: “Instalé un letrero de Tamames en la Antártida para estar más cerca de mi pueblo”

Jesús García Gelado, militar salmantino: “Instalé un letrero de Tamames en la Antártida para estar más cerca de mi pueblo”

Regresa a su tierra después de dejar una huella imborrable de su patria en una larga expedición

Viernes, 21 de abril 2023, 21:53

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Nunca se había embarcado en una misión tan larga. Jesús García Gelado, natural de Tamames, ha estado inmerso en la XXXVI Campaña Antártida, una experiencia única que le brinda su condición de militar. En total, 100 días de misión —la más larga que ha realizado hasta la fecha—, días a los que hay que sumar otros periplos, desde diciembre hasta el 8 de abril, fecha de su regreso a la patria.

¿Cómo ha sido estar tanto tiempo tan lejos de Tamames y su gente?

—Al principio se hace duro, sobre todo la época de Navidad; son fechas en las que mi familia está muy unida, se celebra mucho; somos de juntarnos todos. Por otro lado, internet ha facilitado mucho el mantener el contacto. Al final, las facilidades que tenemos hoy en día hacen que el acercamiento sea posible, puedes contactar con tus seres queridos.

¿Qué le une tanto a la localidad salmantina?

—Mi padre es de Tamames, toda esa parte de la familia lo es, mi madre es de un pueblo del norte de Zamora. Mi pareja también es de Tamames, y allí tengo el círculo de amistades, nos reunimos la familia todos los fines de semana... Me crié en Tamames, fui al colegio Las Dehesas.

¿Por qué decidió entrar en el ejército, y cómo ha sido la trayectoria?

—A los 17 me fui a estudiar el Bachillerato a Salamanca, pero siempre iba los fines de semana a Tamames, en las vacaciones... Trabajé de vigilante de seguridad en Madrid, con la crisis recortaron personal, me quedé en la calle, y siempre había pensado en el ejército, pero no daba el paso. En 2013, al quedarme en el paro, me lancé y entré. Estuve en la brigada paracaidista dos años de soldado, luego ascendí a sargento, y en 2019 salí destinado a Salamanca, lo cual es una gran suerte, porque es difícil coger el primer destino en casa. Tuve mucha suerte, la verdad.

Hay un letrero indicativo de cómo ir a Tamames desde la Antártida... También pudo conectar con el colegio de su infancia.

—Todo el que va allí pone un letrero de su pueblo o ciudad con la distancia; también está Puebla de Yeltes. Es una forma de estar más cerca de tu pueblo. En cuanto a enlazar con colegios, son habituales las conferencias con centros educativos para divulgar la campaña. Cuando lo supe me puse en contacto con Las Dehesas, mandé el enlace a la directora, hicieron las gestiones y pudimos enlazar desde allí con ellos. Me hizo mucha ilusión, encima había muchos niños que conozco, y en el de Salamanca coincidía que estaba mi sobrina. Fue muy enriquecedor.

¿Vio su familia con buenos ojos un viaje así?

—A mi madre y a mi mujer no les hacía mucha gracia lo de que estuviera por ahí tanto tiempo, fuera de casa, pero al estar en contacto a diario la cosa cambió; estaban muy contentas. Y como es una misión que no entraña ningún riesgo, solo el frío y el trabajo, lo hemos llevado bien.

¿Con qué paisaje se quedaría de la experiencia?

—En la isla Decepción hay un glaciar que se llama Glaciar Negro, que es espectacular. Se llama así porque es de origen volcánico, y por eso los científicos están tan interesados en estudiarlo. El glaciar, a simple vista, es negro, pero de cerca ves que está congelado, como una pared de hielo. Fuimos en una zodiac a llevar a unos científicos, y la verdad es que pasar cerca del glaciar, y ver ese color tan peculiar... es un paisaje espectacular. Quiero transmitir mi agradecimiento al Regimiento de Tierra y al de Ingenieros, así como a mis compañeros, sobre todo a los cuatro de Ingenieros, pero también los de la Campaña Antártica.

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