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Alba de Tormes
Domingo, 4 de agosto 2024, 22:06
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El castillo de la villa ducal es la cuna de la Casa de Alba y, desde 1991, el monumento, que es uno de los más visitados de la localidad, está cedido al Consistorio de la villa ducal para su uso turístico. A lo largo de este tiempo, se han llevado a cabo distintas etapas de restauración.
La historia cuenta que la vida en la localidad cambió el día en el que Juan II de Castilla se la ofreció, como recompensa por los servicios prestados, a Gutierrez Álvarez de Toledo Ayala, hombre de notable inteligencia y gran capacidad de maniobra política, en aquel momento obispo de Palencia. En 1429, la familia ya acumulaba tres siglos al lado de los reyes y batallando, pero, al unir su destino a esta localidad, se obró la transformación como villa ducal y sede familiar. Tal y como recoge la Fundación Casa de Alba, la enorme influencia lograda ya entonces por la Casa de Alba se acrecienta con el nombramiento en 1439 de su sobrino, Fernando Álvarez de Toledo, como I Conde de Alba en compensación por los servicios que este había prestado a la Corona. Pero será otro Fernando Álvarez de Toledo, conocido como el Gran Duque de Alba por la enorme repercusión de sus hazañas bélicas y actuaciones en favor de las artes y las letras, quien, en el siglo XVI, convierta la localidad en un importante núcleo de vida cultural que atrajo en su momento a notables pensadores, poetas o escritores en busca de mecenazgo o protección.
El castillo de Alba de Tormes data del siglo XV, que es cuando arranca el esplendor de la localidad y es su emblema por excelencia. Considerada una fortaleza palaciega, con una marcada austeridad exterior y riqueza interior, acogió una espléndida corte cultural en el siglo de Oro por la que pasaron Cervantes, Lope de Vega, Calderón, Garcilaso y otros muchos nombres de la historia de la literatura.
A la vez palacio y fortaleza, el edificio resultó afectado por el terremoto de Lisboa y también por el paso de las tropas francesas durante la Guerra de Independencia, puesto que incluso fue incendiado estratégicamente por el guerrillero Julián Sánchez.
En la Torre del Homenaje, que es el elemento defensivo más importante que queda en pie de las seis que tenía decoradas con mármoles y lujosas pintura murales, se instalaba cada año, durante unos pocos días y en una parte del mirador acristalado, el emblema de la Casa de Alba con motivo del cumpleaños de la Duquesa Cayetana de Alba, resaltando así el vínculo de la localidad con la familia cuya cuna siempre ha sido un nexo sólido a lo largo de los siglos.
Los restos del Castillo quedaron protegidos de forma genérica el 22 de abril de 1949, mediante un decreto publicado el 5 de mayo de ese mismo año en el Boletín Oficial del Estado. En 1960 y por iniciativa de Luis Martínez de Irujo, XVIII duque consorte de Alba, comenzaron la restauración de la torre y de las pinturas de la sala de la Armería.
En su interior, se puede visitar tanto el museo de la parte baja del torreón como una sala de exposiciones en la parte alta del mismo, e incluso ver una copia del Fuero de Alba de Tormes, además de distintas piezas arqueológicas, la estructura de las antiguas caballerizas e incluso el aljibe original.
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