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Leo Ramos es uno de los dos sacerdotes que llevan las parroquias de La Armuña.

El cura salmantino que se ha vuelto ‘youtuber’ para no abandonar a sus fieles durante el coronavirus

Leo Ramos, sacerdote de las parroquias de La Armuña, reza y retransmite desde su casa la eucaristía para seguir haciendo comunidad y mantener la esperanza y el ánimo altos

Viernes, 20 de marzo 2020, 11:24

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En tiempos difíciles toca agudizar el ingenio. Eso fue lo que pensó el sacerdote Leo Ramos cuando la crisis sanitaria del coronavirus le obligó a confinarse en casa, igual que le ocurrió a la mayoría de sus feligreses. Lejos de rendirse y asumir la situación, pensó en la mejor manera de hacerles llegar la Palabra de Dios junto a “gotitas de esperanza” para que siguieran adelante. Si ellos no podían acudir a los templos, él se colaría en sus casas. Y lo haría a través de las redes sociales.

“La idea se me ocurrió de un día para otro cuando comenzaron las medidas preventivas. Pensé que era importante hacer una labor de concienciación y que la gente viera que yo también me quedo en casa, pero también quería animarles y poder rezar juntos”, cuenta. Sin más medios que su teléfono móvil, el pasado domingo se estrenó retransmitiendo en directo la eucaristía que celebró en la sala de estar de su casa. “Es verdad que se puede escuchar la misa por la radio o verla en algunos canales de televisión donde los encuadres son perfectos, pero al final creo que se pierde cercanía con la gente”, asegura.

Reconoce que aquella primera “experiencia” del domingo, en la que únicamente estuvo acompañado por una pequeña bola del mundo que situó junto a una vela, tuvo una acogida entre sus feligreses que no esperaba. “Me desbordó porque más de 200 personas se conectaron para seguir la eucaristía en directo y hoy el vídeo supera ya el millar de reproducciones”, afirma aún sin creérselo.

“En estos días hay que recurrir a la creatividad para romper barreras y que exista una comunión”

Don Leo, como le llaman sus feligreses de La Armuña, siguió con la experiencia y el lunes colgó en las redes sociales un segundo vídeo. “Iba a rezar la oración de Vísperas y pensé que también era un buen momento para contarle a la gente cómo me sentía con el confinamiento. Incluso les propuse que me dieran ideas para saber en qué podía echarles una mano estos días”. En esta segunda grabación se acordó de los sanitarios que combaten el coronavirus y también de quienes no tienen un techo sobre sus cabezas para protegerles.

Cuenta que esta necesidad de comunicarse con los demás le viene de su experiencia como misionero en Zimbabue, donde el hecho de no hablar ‘shona’ le puso las cosas difíciles al principio. “Cuando uno está en una cultura que no conoce tiendes a aislarte y por eso es importante desarrollar otros mecanismos de comunicación, que pueden ser una sonrisa, un juego... o ahora las redes sociales”, explica.

A pesar de la buena respuesta de los feligreses, el sacerdote deja claro que no es ningún experto en las redes sociales. “No soy youtuber, ni nada de eso, solo quiero animar a la esperanza y que la gente tenga un momento de alegría porque en muchas partes estarán confinados como nosotros, aburridos y de mal humor. A los cristianos ahora nos une el Espíritu Santo y también las redes sociales”, explica.

Además de transmitir un mensaje de esperanza en los vídeos, el sacerdote también cuenta cómo están siendo sus días de confinamiento. “Les abro mi hogar, les explicó lo que he hecho y comparto lo que pienso con la gente. Soy como los demás”.

“No soy ningún youtuber ni ningún experto en redes sociales. Solo quiero animar a la esperanza”

¿Y qué ocurre con los mayores que no dominan internet? “Al final todo funciona como una cadena”, responde y pone como ejemplo el de la anciana que le dijo que le había visto en la ‘tele’ dando misa porque se lo puso su hijo. “Yo doy la eucaristía, pero hay otra persona que conecta el ordenador para que su madre pueda verme... como digo es una cadena ordenada que funciona perfectamente”.

Además de continuar llevando la Palabra de Dios con sus vídeos, el sacerdote se ha propuesto también conseguir los teléfonos de sus feligreses más vulnerables, aquellos que por su edad o enfermedad viven siempre recluidos en sus casas. No sólo en tiempos del coronavirus. “Quiero llamarles cada tres días para mantener contacto con ellos. Es importante mantener el ánimo”.

Don Leo asegura que “hay que recurrir a la creatividad para romper barreras y crear una comunión”. Por eso otro de sus retos en estos días de incertidumbre es que su comunidad de fieles permanezca unida y con la moral alta. “Que la gente piense que no está sola en casa porque Dios se acuerda de todo el mundo”, concluye con esperanza.

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