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Jueves, 20 de abril 2023
El titular “Hoy, elección de alcaldes” anunciaba en LA GACETA DE SALAMANCA, el 19 de abril de 1979, la constitución de los primeros ayuntamientos democráticos tras el resultado de las elecciones municipales celebradas el día 3 del mismo mes. Los vecinos de 337 localidades de la provincia estuvieron llamados a elegir por primera vez, mediante sufragio universal, “igual, libre, directo y secreto”, a sus concejales y futuro alcalde o alcaldesa. Los otros 25 pueblos restantes lo harían de igual manera en una segunda vuelta en junio, debiendo el atraso a la falta de candidaturas en el momento.
Hombres y mujeres mayores de 18 años ejercieron su derecho a voto pero, aunque la igualdad también era posible en el acceso al cargo de alcalde, el porcentaje femenino que alcanzó a ocuparlo no llegaba ni al 2 por ciento. Solo cuatro de los 362 ayuntamientos se formó con una mujer como primera edil: en Espeja, Gloria García Soto; en Fuentes de Oñoro, Evangelina Hernández Sánchez; en Ledesma, Lucía Torres Sánchez y en San Pedro del Valle, María Encarnación Montejo Torres.
Las cuatro mujeres accedieron al puesto de alcaldesas encabezando la lista de sus municipios dentro del partido Unión de Centro Democrático (UCD), según los datos que recoge el Ministerio de Política Territorial.
Tras los cuatro años de la primera legislatura como alcaldesas, en las siguientes elecciones, celebradas en 1983, la única que mantuvo el cargo fue María Encarnación Montejo Torres y el número de mujeres que ocupó el papel de regidora no ascendió, sino que se mantendría también en cuatro. Actualmente, pasados 44 años desde la formación de los primeros ayuntamientos democráticos, el número de alcaldesas asciende a 58, es decir, solo el 16 por ciento de los 362 pueblos están regidos por mujeres.
Isabel Inguanzo, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Salamanca, considera varias razones que explican la minoría femenina en los ayuntamientos de la provincia.
Una de las principales corresponde a una parte “más estructural”. Según indica Inguanzo, “las mujeres, en general, solemos tener menos inclinación a participar de forma activa en política, a querer ser candidatas”. Esto se explica por la “falta de tiempo”: “Las candidatas tienen una edad entre los 30 y 50 años y, a esas edades, es cuando tienen más responsabilidades. Sobre todo si trabajan fuera de casa y luego en el hogar tienen labores. Históricamente los hombres han tenido más tiempo”. La politóloga considera que esto, “por supuesto disminuye, pero es algo estructural”.
Otro motivo es que “muchas no quieren estar expuestas a lo que puedan decir los medios de comunicación. No quieren sufrir las consecuencias de ser una figura pública”.
Además, Inguanzo destaca, entre otras cosas, que la ley de paridad de 2007 exima de contar con un mínimo de un 40% de mujeres en las candidaturas a los pueblos de menos de 3.000 habitantes, por lo que esto no afectaría casi a la provincia, ya que solo 12 municipios, incluida la capital, supera ese límite.
El 3 de abril de 1979 los salmantinos fueron llamados a las urnas para elegir democráticamente, tras el fin de la dictadura, a los que serían sus representantes locales. LA GACETA lo anunciaba así: “Hoy se produce una novedad que muchas personas estrenan. Las votaciones municipales. Se trata de una participación activa de los vecinos en el gobierno de sus ciudades”. Los municipios dejaban así de ser “organizaciones para gestionar y prestar servicios” y pasaban a ser “la forma básica de participar políticamente”, después de dejar atrás los casi 40 años de dictadura franquista.
Se describía como “protagonismo intransferible” el que tenían los vecinos, que serían, “a través de su alcalde y concejales, el auténtico protagonista de la vida municipal”. Se buscó, a través de la publicación, incentivar al voto: “Es preciso tener conciencia ciudadana y participar en todos los niveles que exige la convivencia”.
El acto novedoso requería también recordar cuáles iban a ser las funciones de los concejales y el alcalde y a través de qué procedimientos se elegiría este cargo que encabezaría el ayuntamiento. Así, se explicacaba con detalle que el alcalde “sería automático cuando su candidatura obtuviera mayoría absoluta o, en otro caso, los concejales lo elegirían por votación, optando al cargo los cabezas de las candidaturas”.
Por su parte, para explicar la función que tendrían los concejales a los lectores se empleó la siguiente explicación: “Se ve claramente que el concejal es miembro del gobierno municipal y podría equipararse en el municipio a lo que es un Ministro en el Estado, ya que participa tanto del gobierno como de la administración de su municipio”.
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