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La fiesta de la matanza llegó este jueves a Cantalapiedra por primera vez con un homenaje a título póstumo a Manolo Pérez Tapia, el último matachín de la localidad. Su esposa recibió un ramo de flores y un recuerdo con el fin de poner en valor la trayectoria de un vecino que dedicó la mayor parte de su vida profesional a esta tarea. “A él le hubiera gustado mucho haber sido partícipe de esta celebración”, señaló.
La fiesta de la matanza también puso en valor otro oficio con fama en Cantalapiedra, el de los carniceros. Los de la villa, Roberto González y Dorín Martín, se encargaron de abrir el cerdo y extraer todas sus partes para el aprovechamiento posterior. Otros vecinos también ayudaron en esta tarea, portando los cerdos e incluso chamuscándolos.
Precisamente, esta localidad es famosa por sus carnicerías, incluso tuvo matadero municipal propio hasta el año 2005. Las matanzas domiciliarias eran abundantes hasta hace pocos años. Quizá por esa razón, a pesar de la lluvia, numerosas personas llenaron el Salón Pósito a primera hora de la mañana para estrenar esta jornada. Varias personas, entre las cuales se encontraban sobre todo mujeres, se encargaron de elaborar un chocolate que los asistentes acompañaron con pastas y aguardiente.
Enseguida llegó El Mariquelo para amenizar la jornada con la gaita charra y tamboril. Con él estuvieron presentes los tamborileros Víctor Hernández e Ismael El Gallito de Fermoselle; además de las charras María Boufalaka y Luisa Novillo. Tocaron, animaron e hicieron bailar a los asistentes.
Mas de trescientas personas degustaron las probaduras de la matanza, garbanzos con callos, picadillo, huevos fritos y otros productos del cerdo. Además se disfrutó de un buen ambiente de confraternidad.
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