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La ilusión y el espíritu de comarca han desbordado Santiago de la Puebla gracias a su belén viviente. Este año es especial porque se trata de la décima ocasión en que se pone en escena y ese acento destacado se ha notado en el ambiente. Además los años han ido otorgando solera a este encuentro que con mucho cariño y mimo preparan los santiagueses.
Este año han sido varias las fechas en el calendario fundamentales para que esta gran obra popular haya sido posible. El 1 de noviembre, se produjo la reunión en la que se fijó la fecha. El 7 de diciembre la acogedora capilla del hospital fue el escenario elegido para celebrar el décimo aniversario del Belén viviente de Santiago de la Puebla. La siguiente fecha, la más fundamental, fue la de este sábado, en que se ha llevado a cabo este nacimiento marcado por el alto nivel de decorados, en el que durante una semana la Plaza Mayor de Santiago de la Puebla ha pasado a ser una verdadera ciudad.
La plaza porticada de esta localidad ha tomado vida con él cerca de centenar de figurantes que se han sumado a esta iniciativa convirtiéndose en personajes clave de aquel suceso histórico que ocurrió en la ciudad de Belén hace dos milenios.
Cada año, el belén viviente de Santiago de la Puebla se enriquece. Este año el propio portal, en el que nació el niño Jesús, ha estado más mimado. Las personas que han trabajado para construirlo quisieron darle más naturalidad, según explicó Mateo Arias, que desde hace semanas trabajó construyendo y ayer pasó a ser uno más de los muchos actores que han caminado por el elaborado nacimiento de Santiago de la Puebla.
Otros nombres propios imprescindibles son el de Pedro Antonio Hernández y el de Fermín Mulas, colaboradores incondicionales y promotores desde los inicios de esta obra que tiene resonancia más allá de la provincia.
El público ha disfrutado viendo antiguos oficios en funcionamiento e indumentarias propias de un tiempo pasado.
Los actores han partido de la puerta de la gran iglesia y se han dirigido en fila hacia la Plaza Mayor. A su llegada un narrador iba orientando a un público que observaba desde fuera y que una vez llevada a cabo la puesta en escena pudo entrar y verlo todo de cerca.
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