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Bernarda Cabo Mesonero tira de las cuerdas que accionan las campanas de la iglesia parroquial de San Pedro Ad Víncula de Moríñigo J.H.
45 años tocando a misa: la historia de la campanera de Moríñigo

45 años tocando a misa: la historia de la campanera de Moríñigo

Bernarda Cabo, a sus 82 años, mantiene viva la tradición de los diferentes toques de campana

Sábado, 25 de febrero 2023, 12:15

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“Se conoce bien cuando yo repico la campana”, presume Bernarda Cabo Mesonero, la campanera de Moríñigo. “Igual me da repicar, que lo mismo doblo las campanas cuando fallece alguien porque cuando es para una misa de domingo tengo otro toque diferente”, detalla.

Bernarda es una de las cien personas aproximadas que viven en esta localidad salmantina de la zona de Las Villas. Con su empeño y constancia mantiene viva la tradición de tocar las campanas y mientras le queden fuerzas, las campanas de la iglesia parroquial de San Pedro Ad Víncula no enmudecerán, aunque ya son pocas las ocasiones en que este templo acoge celebraciones eucarísticas dominicales. Los propios fieles tomaron la decisión de desplazarse cada domingo a las misas de la cercana localidad de Babilafuente, con el fin de evitar que los sacerdotes, ya mayores y con problemas de salud, tuvieran que desplazarse, con el agravio que ello suponía para su estado. Lo que sí conservan con más asiduidad en Moríñigo es el toque de despedida. “Doblamos las campanas”, explica.

Bernarda vive cerca de la iglesia y hasta no hace muchos años era la que se encargaba de todas las tareas de limpieza y preparación de cultos, ahora cuenta con el apoyo de Artemio Rubia y otras personas. Él también toca las campanas, aunque para Bernarda es algo que lleva en sus genes porque lo heredó de su padre.

Mi padre era sacristán, como antes había misa todos los días aquí él tenía que venir y yo me quedaba atendiendo la era”, relata Bernarda, quien siempre colaboró en las labores del campo. “Iba con mi padre a acarrear, luego trillábamos la mies, llevaba la comida a mis hermanos que estaban segando a mano...”, recuerda. Pero a esta vecina de Moríñigo no le gusta incluir este apartado de aquellos años de duro bregar.

Continuando con su padre, Sebastián Cabo, Bernarda cuenta que además cantaba. “Iba a Cordovilla, y cantaba la misa cuando había algún funeral o algo, también iba a Ventosa y otras localidades para entonar las canciones en latín”.

“Antes era distinto, el día de Todos los Santos mi padre subía a la torre y tocaba la campana a medianoche, pero ahora es diferente y eso ya no se hace”, narra Bernarda.

Lo que no se ha perdido es la costumbre de doblar las campanas cuando fallece alguien de Moríñigo o que haya nacido en la localidad, aunque no haya sido cerca. Cuando Bernarda sabe de una pérdida avisa con el toque de campana oportuno. De este modo, el resto de vecinos reciben la noticia y pueden rendir un homenaje al moriñigués despedido.

Bernarda nació en Moríñigo el 21 de mayo de 1940, y asumió el puesto de campanera al fallecer su padre en 1978, con lo que el tañer de las campanas de moríñigo lleva 45 años impulsado por sus manos.

Es una mujer alegre y activa, aunque estos últimos meses está más triste de lo habitual porque guarda luto por su esposo, con el que compartió más de medio siglo de vida. Bernarda participa también en todas las actividades que se organizan en la localidad. Es autora, junto al resto de personas voluntarias, de los peculiares adornos que decoran la localidad. Su casa está llena de cuadros y otros objetos decorativos creados por ella misma en los cursos de manualidades a los que asiste, aunque confiesa que lo que más le gusta es hacer mandalas.

Ahora, con 82 años, el hábito que no falta en su rutina diaria es el paseo vespertino. Además de vez en cuando recibe la visita de sus familiares, hijos, nietos o sobrinos. Sobre todo cuando son las fiestas.

Fue vicepresidenta de la asociación de mayores durante muchos años. Ahora, asegura que ya no quiere. Lo que sí mantiene esta vecina de Moriñigo son las energías necesarias para impulsar con alegría las campanas en las fiestas locales de San Antonio de Pádua y Santa Bárbara.

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