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DAVID GARCÍA CAMES
Miércoles, 4 de mayo 2011, 21:48
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La historia dice así. Era un pueblo del oeste, poco más de quinientos habitantes, un pie en España y el otro en Portugal, que dormía a la solana tres cuartas partes del año pero que siempre aguardaba con frenesí tres días del segundo fin de semana de mayo. El pueblo de las tres mentiras, como recuerdan a la mínima los de San Felices, ni santos, ni felices, ni gallegos, pero con unas de las mejores fiestas, de los mejores encierros, que se pueden ver por aquí y en parte del extranjero. El Noveno es orgullo y raíz de San Felices. Unos festejos que datan de 1852, cuando el pueblo se quitó de encima la carga de tener que pagar cada año "el noveno de ciertos frutos" al duque de Werwik, Liria y Alba. Desde entonces, tras los más de 150 años de liberación, la historia poco ha cambiado. En cuanto terminan los rezos a la Santa Cruz, se empiezan a sacar los carros para formar la plaza.Más información en la edición impresa de este jueves 5 de mayo
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