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Julián y Casi, los más jóvenes del pueblo, junto a Enriqueta, la vecina de más edad. CASAMAR
15 vecinos que llevan demasiado tiempo escuchando promesas

15 vecinos que llevan demasiado tiempo escuchando promesas

Los vecinos de Villargordo viven con resignación el día a día convencidos de que la próxima visita a las urnas no dejará grandes cambios en el municipio ya que “para el pueblo ya no hay solución”

Sábado, 18 de mayo 2019, 19:30

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Mientras los partidos políticos pregonan las bondades de sus programas electorales muchos vecinos de lo que se ha dado en conocer como la “España vaciada” continúan con sus quehaceres diarios como si las próximas elecciones municipales del 26 de mayo no fueran con ellos. Es el caso de los escasos 15 habitantes de Villargordo que, con una población sumamente envejecida, refleja en sus calles y en sus vecinos el abandono y la desesperanza.

Ningún programa electoral les convence y no entienden de colores políticos porque para ellos todos sin distinción “prometen muchas cosas y cuando les votas se acabó”, pensamiento unánime del pueblo aunque pronunciado por Isidoro González que, pasada la barrera de los 80 años, ve pasar las horas junto a su mujer en el umbral de la puerta principal de su casa: “Tendrían que hacer más cosas por la gente que está trabajando en los pueblos, por los agricultores, porque nos tratan como a perros”.

La avanzada edad de la mayoría de los vecinos hace que el listón de expectativas a cumplir haya bajado notablemente como en el caso de Pepa, que a sus 85 años reconoce que “a mí pocas cosas me hacen falta ya aunque en el pueblo hacen falta muchas”. Apenas recuerda las promesas electorales que ha oído a lo largo de su vida y, las más recientes, ya ni las escucha: “Cada vez dan menos ayudas y la gente ya no viene porque el campo no lo quiere nadie, se van a la ciudad y viven del sueldo y aquí a veces tienes cinco duros y a veces nada, para el pueblo ya no hay solución”.

Algunos como Enriqueta, totalmente ajena a la política, deduce que “los políticos algo harán” aunque resume su vida de un plumazo diciendo que “los que hemos estado en el pueblo bien pobrecitos estamos cuando antes hemos tenido de todo porque trabajamos mucho”.

De trabajo saben mucho los hermanos Florencio y Rufino que llevan en el pueblo una explotación de ovejas de leche junto a José de 24 años, el único joven de la zona aunque su presencia en el municipio no es continuada: “Yo hago mucha vida en Salamanca porque muchos días cuando termino de trabajar cojo el coche y me voy y los días que estoy muy cansado me quedo porque además aquí vive mi madre”, Casi, que a sus 46 años es la residente fija más joven de Villargordo.

Los hermanos Corredera saben que su trabajo, la ganadería, debe mucho a las subvenciones aunque no están de acuerdo en el reparto del dinero que para ellos es el principal problema de los políticos que están acabando con el campo y provocando despoblación. “El problema es que se da subvenciones a todo el mundo y hay gente que no trabaja las fincas y las tiene abandonadas. La culpa es de los políticos que deberían obligar al dar una subvención a que el ganadero crease dos o tres puestos de trabajo, verías como así sí había gente en las fincas”, se queja Florencio. Por su parte Rufino recuerda otros tiempos: “Mi padre tenía ocho vacas y 47 ovejas y nos crió así, nosotros ahora tenemos muchas más y nos da sólo para sobrevivir”.

Julián, agricultor de 47 años, ha perdido la esperanza en el futuro del pueblo, y eso que es el hombre más joven de Villargordo: “La gente se ha ido, hace 20 años había 50 familias y nos hemos quedado seis o siete, nos queremos quedar pero nos echan”. Resignación es lo que se respira entre los vecinos del pueblo y pocas esperanzas de que las urnas vayan a cambiar su situación: “Los políticos no se acuerdan de estos pueblos, por mucho que hagan ahora, ya es tarde”.

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