Borrar

Viaje de ida... y vuelta

Sábado, 24 de agosto 2019, 05:00

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Para lo que ha quedado la Armada, para que nuestro presidente en funciones haga el ridículo y ponga en ridículo a España entera. Si se lo hubiese propuesto no le habría salido mejor la maniobra. Mandar a la patrullera “Audaz” de Rota a Lampedusa sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, o sea, porque sí, porque se le ocurrió en un momento de lucidez, para escoltar al “Open Arms” con su carga completa a bordo hasta el puerto de Palma de Mallorca, media hora antes de que el fiscal de Agrigento le desbaratara sus planes al ordenar el desembarco en Lampedusa de los inmigrantes que aún quedaban a bordo, confiscar el “Open Arms” y llevarlo a Porto Empedocle, en la isla de Sicilia, donde permanece amarrado. Para la ONG -dijo su dueño- se acabó la pesadilla, efectivamente, así es, pero si continúa el proceso (judicial) iniciado por la Fiscalía y prospera debería suponer el comienzo de otra pesadilla aún peor.

Y ahora, qué pinta la patrullera en Lampedusa una vez que llegue, que llegó mientras esto escribía, y se encuentre, como se ha encontrado, con un escenario muy distinto al que se imaginó quien, pensando solo en sí mismo, allí la mandó y que seguramente para no regresar de vacío haya recibido la orden, como así es, de embarcar y traerse a España a la parte proporcional del número total de inmigrantes (15) que le toca del “reparto equitativo” acordado entre los otros países que se han comprometido a recibirlos, que son Portugal, Francia, Luxemburgo, Alemania y Rumanía. Para eso con mandar “su” Falcón, donde sin él a bordo caben todos, hubiese bastado, un viaje más, da igual a donde sea, qué importa. O haberlos traído en taxi hasta la mismísima Moncloa, un viaje que nos hubiese resultado más barato y a ellos desde luego mucho más rápido que hacerlo en el “Audaz”. Pero así lo dispuso nuestro presidente en funciones, que ante el espejo se mira, se gusta, se cree el “Rey Sol” y ejerce, porque el Estado es él, su palabra es ley y sus deseos órdenes. Pero esta vez no contó con el fiscal siciliano, que se lo ha echado todo a perder. Bien, y ahora qué.

Salvarles la vida era la primera obligación, la segunda es aplicarles la Ley. Lo primero se ha hecho, lo segundo no sé si se está haciendo o se hará. Esto, por una parte, por la de los inmigrantes. Por la otra, por la del Open Arms y la ONG, que es la empresa armadora del barco, parece que el fiscal de Agrigento está decidido a meterlos en vereda, decisión muy valiente y aventurada por su parte, porque casos como éste en manos de tribunales ordinarios corren el riesgo de que muchos detalles de no poca importancia se pierdan en la vorágine de los argumentos, riesgo que existe menos si son tribunales marítimos, ya que el campo en el que se desenvuelven y desarrollan estas actividades tiene a la mar por medio condicionándolo en muchos puntos concretos tanto que debería tenerse en cuenta esta particularidad, la de la especialización del tribunal, porque todo esto es un montaje, todo es artificial, pensado, organizado y coordinado para que así salga, por la mafias en tierra africana y por las ONGs en el Mediterráneo. No se trata de accidentes, sino de coyunturas muy estudiadas, muy medidas por quienes sirviéndose arteramente de las Leyes del Mar han montado su negocio, que no es otro que el de traficar con seres humanos.

Para completar el círculo, a la Fiscalía se le ha sumado la Guardia Costera italiana, que ha decidido retirarle las licencias al “Open Armas” por las “anomalías graves” detectadas en un simple ojeo, entre ellas la impericia de su tripulación, de la que cabe deducirse, por lo que dice el informe, una escasa profesionalidad o ninguna, tripulación que parece hecha con voluntarios, boys scouts o similares, gente de voluntad a prueba y nada más.

Cuatro singladuras han necesitado el “Audaz” para cubrir las 1012 millas que separan Rota de Lampedusa, durante las que podían ocurrir cosas que de hecho han ocurrido. La primera nada más zarpar, el bombazo del fiscal que de un plumazo lo desbarató todo, sin embargo, siguió su rumbo. Las órdenes se cumplen y no hay que hacerse preguntas. Así que, silencio y tira millas.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios