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Vacunados de por vida

Viernes, 9 de abril 2021, 05:00

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EN España no cambiamos ni a tiros. Ni con una gripe española, ni con una pandemia de coronavirus. Ni con una revolución industrial, ni con una tecnológica. No tenemos remedio. Con lo fácil que es mirar alrededor, viajar un poco por el mundo, coger lo bueno de aquí, lo mejor de allí e implantarlo en nuestro país. Es muy fácil. Muy sencillo. Pero claro, de esta forma dejaríamos de ser quijotes, auténticos ‘made in Spain’. Y eso, quieran o no, cuesta. Y cuesta mucho. Cada uno hacemos la guerra por nuestra cuenta, convencidos de que nacimos para ser auténticos líderes. Somos más altos, más guapos, más listos que el o la de al lado. ‘Porque yo lo valgo’, como el anuncio.

Después de mirarse el ombligo, la hoy todavía consejera de Sanidad de Castilla y León, Verónica Casado, decidió suspender la vacunación con AstraZeneca. ‘Porque ella lo vale’. Puede entenderse que creyera ser el Mesías por un momento, atisbara el Apocalipsis y optara por salvarnos a todos para pasar a la historia no solo por haber sido ‘nombrada’ como mejor médica del mundo, sino, además, haber evitado la hecatombe del planeta. Eso puede tener un pase. Pero que lo hiciera sin contar con los expertos a los que habitualmente pone de escudo, sin contar con el vicepresidente de la Junta, que la colocó al frente de la consejería, ni tampoco con el presidente del Gobierno regional, al que debe rendir cuentas, no tiene explicación alguna. Ah, sí. ‘Porque yo lo valgo’. Después de haber puesto cara de niña buena durante meses, de haber sido sumisa a todo y a todos, ahora va y se lía la manta a la cabeza. ¿Para qué? Para provocar caos, descontrol y desconfianza. Si su credibilidad era ya escasa, ¿dónde ha quedado ahora? Visto que en estos momentos ha cambiado de actitud, ¿por qué no muestra más valor aún y da el paso -obligado- de presentar su dimisión? ¡Oh! Dimisión -sonido de sirenas de La Isla de las Tentaciones-.

Y si no dimite, ¿por qué no se le pone de patitas en la calle? Su curriculum en materia de política sanitaria ha estallado por los aires. Medidas tomadas hoy que no valen en dos días, contradicciones continuas, y ahora actuando a espaldas de todos y de todo. El respaldo de Inés Arrimadas al pacto de Gobierno en Castilla y León y tras superar una moción de censura, tal vez sea el momento de tomar la decisión, por el bien de todos. De todos los castellanos y leoneses. Porque afortunadamente el resto de españoles no tiene que sufrir esto. Aunque cada uno tiene lo suyo.

En Españistán seguimos a lo nuestro. A tratar de superar una pandemia. O, mejor dicho, dos pandemias. La sanitaria y la política. Porque mientras en otros países pisan el acelerador para vacunar a todo ritmo, aquí estamos en otras cosas: en la gresca continua. Hace dos días en Cataluña, ahora en Madrid ¿y mañana? Quién sabrá. En lugar de destinar nuestros esfuerzos en vacunar, ahora destinaremos horas y horas a debatir qué tendremos después del estado de alarma. Pues está claro, 17 miniestados de alarma. Visto lo visto, sería aconsejable una vacuna para los sufrimientos españoles o, mejor dicho, 17 vacunas. Necesitamos una vacuna contra esta clase política empeñada en hacerlo todo rematadamente mal. En medio de este océano de despropósitos me llevo las manos a la cabeza cuando el Ayuntamiento de Salamanca hace un ingente esfuerzo para contactar con 3.000 mayores de entre 80 y 90 años. De la noche a la mañana, con un tremendo sacrificio que los funcionarios y técnicos municipales han sacado adelante este ingente trabajo con la coordinación del alcalde. Mi aplauso y mis felicitaciones. Y mi reconocimiento también para Ángel Fernández Silva, quien salió de la cuna para presidir Nuevas Generaciones del PP y que ha obtenido el prestigioso Premio Francisco Tomás y Valiente de ensayos sobre Constitución y Justicia Constitucional, que demuestra su enorme capacidad y valía, más allá de su DNI.

Mientras tanto, un buen número de vacunados con la primera dosis de AstraZeneca esperan una respuesta a su futuro. Aunque me temo 17 respuestas. Qué cruz.

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