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Una propuesta cobarde

Martes, 10 de septiembre 2019, 05:00

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El que fuera todopoderoso vicepresidente de la Junta e incluso presidente en la sombra en muchas ocasiones, José Antonio de Santiago Juárez, ha vuelto a sacar a la palestra el recurrente asunto de la capitalidad, algo que los “padres” del Estatuto de Autonomía obviaron inteligentemente y por eso la Comunidad de Castilla y León no tiene capital oficialmente reconocida. ¡Qué mal lo tiene que ver De Santiago-Juárez, políticamente hablando, para que intente comprar las voluntades de los vallisoletanos con este asunto que genera tanto rechazo en el resto de las provincias!

No es la primera vez que algún “espabilado” político trata de confundir a la ciudadanía dando por hecho que Valladolid, sede de la Parlamento y del Gobierno, es decir del poder legislativo y del ejecutivo, es la capital de la Región. Incluso se ha plasmado en los libros de texto de Primaria que estudiaban nuestros hijos, confundiéndolos y adoctrinándolos, casi como hacen los partidos nacionalistas en Cataluña. Una vergüenza absoluta.

El hoy concejal de la oposición en el Ayuntamiento de Valladolid ha propuesto que en la próxima modificación del Estatuto de Castilla y León, que seguramente dará cumplimiento al acuerdo entre PP y Ciudadanos para eliminar los aforamientos, se incluya el reconocimiento expreso de Valladolid como capital de Castilla y León. Viniendo de quien viene por los puestos que ha ocupado en el Gobierno regional me parece gravemente ofensivo. A no ser que lo que quiera es erosionar al PP, su partido a pesar de que no lo parezca. Aunque lo lleva haciendo de forma descarada desde hace ya varios años sin que nadie se haya atrevido a pararle los pies o a abrirle un expediente, que es probable que también lo esté buscando.

De Santiago-Juárez tiempo tuvo de plantear la propuesta y de plasmarla en el Estatuto de Autonomía. Sin embargo, desde su privilegiado puesto en el Gobierno regional jamás se atrevió a hacer semejante cosa. De haberlo hecho, su propuesta habría salido adelante porque el presidente “in pectore” no era otro que él. En las Cortes regionales, el PP gozó de mayoría absoluta para sacar adelante la iniciativa hasta 2015. Otra cosa es que se hubiera aprobado en un parlamento con representantes de las nueve provincias de Castilla y León con la división y el enfrentamiento que ha generado siempre este asunto.

Yo no creo que De Santiago-Juárez esté pecando de insensatez. Lo que ocurre es que desde su destierro le está saliendo toda la bilis que lleva dentro contra el actual presidente de la Junta, compañero de partido y antes de Consejo de Gobierno, Alfonso Fernández Mañueco, al que no puede ni ver en pintura.

Él cuando tuvo la oportunidad no planteó semejante disparate porque sabía que era una bomba de relojería en una región con tan poco sentimiento de Comunidad. No lo hizo porque fue un cobarde. Todos los demás argumentos que utiliza ahora para justificar su polémica propuesta -incluidos insultos contra sus compañeros y no compañeros-, son excusas de mal pagador.

Eso de que en la anterior reforma del Estatuto, cuyo ponente fue él mismo, no pudo hacerse porque la autonomía “no estaba madura” es una sandez. En 2007 estaba igual que está en 2019. La única diferencia es que el concejal vallisoletano hace doce años tenía aspiraciones en la política regional y hoy, en su ocaso político, solo le queda Valladolid y por muchas polémicas que sea capaz de protagonizar jamás podrá competir con el actual alcalde pucelano, Óscar Puente, experto en verborrea fácil y faltona.

Me parece usted un cobarde de tomo y lomo, don José Antonio, porque cuando estuvo en su mano dejar por escrito que Valladolid fuera la capital de Castilla y León no lo hizo y ahora que no está en sus manos, lo hace. Un cobarde y un aprovechado.

Imagino que Valladolid, fuera de lo que son las batallas dialécticas cuya autoría se reparten los insignes representantes de los vallisoletanos en el Ayuntamiento, no tendrá ningún problema que solventar. Debe ser una de las pocas ciudades españolas donde los vecinos tengan todas sus necesidades cubiertas. Una suerte, aunque no hayan acertado con la mayoría de los concejales que se sientan en el Ayuntamiento.

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