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El coronavirus nos está poniendo la cabeza como un bombo. Lo dijeron expertos de nuestro “Clínico” hace unas semanas y ahora lo afirman también otros investigadores. Si ya teníamos el piso de arriba trastornado por el día a día en la normalidad de antes, ahora la enfermedad y sus secuelas lo rematan. En fin, que nos estamos volviendo locos y ahí están los brotes y rebrotes provocados por olvidar que el virus sigue entre nosotros, como el pasajero alien del cine. Llámelo relax o confianza, pero el susto vuelve a ser gordo y eso que aquí no van demasiado mal las cosas. Incluso recibimos visitas institucionales de alto nivel, como la de Carmen Calvo, a la que uno ve cada día más harta de Pablo Iglesias y más feminista: recibió una camiseta de dos militantes trans y reivindicó en el Paraninfo que las mujeres sean portavoces de ellas mismas, como ha ocurrido con el manual que se presentaba en el Paraninfo, donde Ángela Figueruelo y Mercedes Iglesias, eran las voces solistas. La otra visita, la del embajador de Japón ya es un clásico, aunque sea nuevo en la plaza. Hiramatsu Kenji es embajador en España desde hace poco y sabe que Salamanca es, después de Madrid, la segunda casa de Japón por su Centro Cultural de la Plaza de San Boal, tan querido por los nuevos emperadores y sus antecesores. Espero que la nueva normalidad nos traiga más visitas parecidas y con menos rigidez en el protocolo por razones sanitarias.

Una nueva normalidad que va sacando a los nuestros del refugio de las redes sociales: Silvia Alonso, regresa a las pantallas -hoy reabren los Van Dyck- con “La lista de los deseos”; Victoria Mesonero y los suyos protagonizan este sábado la noche musical en el Patio Chico; Alain Hernández, Hernández Sayagués o Guadalupe Lancho ruedan para la tele sus respectivas series... Qué bien haría Alain Hernández de Zárate, uno de los personajes de Carmen Mora, seudónimo de una autora o autor anónimo que arrasa entre los lectores de novela negra a pesar de que su lectura no es siempre agradable, lo cual alimenta más el interés; hay momentos en sus libros en los que la cabeza no da para más y aquello es una locura. El misterio rodea a Mora (¿hombre, mujer, uno, varios...?), cuyos libros se ven en piscinas, merenderos y terrazas, como rodea, también, a una parte de nuestra “inquietante” actualidad. El misterio de la tarjeta de móvil, que tiene al borde de un ataque de nervios al vicepresidente Iglesias, y el misterio de Corina y sus millones, donados por el rey emérito, que andan en manos de los jueces y la prensa, provocando inquietud. Y morbo. El de una mujer despechada y la de un amor que tiene precio, cuando todos sabemos que el amor no lo tiene, y si lo tiene es otra cosa. ¿Quién traicionó a quién y antepuso el negocio a los sentimientos? El juancarlismo que triunfó en la Transición hoy está en horas bajas y eso salpica a la monarquía que encarna Felipe VI, cuya labor constitucional elogió ayer Calvo en Salamanca.

Lamento si la cita le incomoda, pero se nos jubila hoy Paco, farmacéutico de Recio. Quién lo diría con su envidiable aspecto de treintañero. Casi cincuenta años en la farmacia vecina de San Juan de Sahagún. Paco, el de la farmacia, como es conocido en las familias. Después de los médicos de cada uno es el que mejor conoce nuestra salud; siempre atento, siempre profesional, siempre preocupado por cómo estamos, siempre amable. Medio siglo de botica y vecindad, que dejan la sensación en el barrio de que le echaremos de menos. Espero que San Cristóbal, el santo del día, le conduzca por la jubilación muchísimos años. Y gracias.

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