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LOS golpes que da la vida le enseñan a uno a relativizar, a mirar con mayor poso las cosas, a darse cuenta de que no todo es blanco o negro, a tener una mayor prudencia, a empatizar con el que piensa diferente y en definitiva a seguir evolucionando como persona. Sin embargo cuando alguien se pone a otear el panorama en el que vivimos cuesta creer que esto que parece algo tan de Perogrullo apenas se perciba en nuestras relaciones. Quiero pensar que es la pandemia y las rencillas políticas no superadas las que nos han llevado a esta polarización actual que nos dirige al abismo. Si fuera así, el tiempo es nuestro único aliado. Mientras tanto el análisis que se puede hacer de lo que pasa ahí fuera es terrorífico.

Encontrar una buena noticia se ha convertido en un ejercicio de fe y meditar sobre el presente aboca irremediablemente a una depresión. Nadie es capaz de poner cordura en este sindiós, y me temo, sin que ello sea consuelo alguno, que esto no solo ocurre intramuros. El coronavirus y la ex Corona tienen gran parte de responsabilidad.

Andan los estados a trastazo limpio para ver qué estrategia es más efectiva en la lucha contra el COVID y para ello ponen sobre la mesa las armas con las que cuentan. A esta guerra por tener el mayor número de dosis de la vacuna unos van con un kalashnikov, otros con una pistola de aire comprimido y los más ingenuos con una escopeta de feria. En Europa parece que nos debatimos entre las dos últimas opciones. El Gobierno de España, tan revolucionario para algunas cosas, aquí ha optado por la sumisión y el resultado es un ninguneo mayúsculo por parte de los laboratorios, para los que entre el honor y el dinero lo segundo es lo primero. Dos meses después de haber empezado a inmunizar a la población apenas un cinco por ciento ha visto la jeringuilla. Pedro Sánchez, en su línea, ha vuelto a cumplir. A cumplir con no decir la verdad.

Mientras los españolitos estamos todos deseando que nos llamen del centro de salud para ir a vacunarnos, los españoles, los de alta alcurnia, se pasan por el arco del triunfo el protocolo y se ríen de sus compatriotas. Ahí están las infantas, que van a ver al emérito y de paso se ponen la vacuna china. Sin escrúpulos lanzan un comunicado de prensa justificando lo injustificable y demostrando que de ética no entienden. Si son capaces de actuar así en un momento como el actual, pavor da pensar qué harían en tiempos pretéritos en los que el país confiaba plenamente en esta familia. La mayor oposición al Rey se la están haciendo lamentablemente los suyos, y Felipe VI, que aparenta tener mayor sentido de Estado que todos los políticos del arco parlamentario, se gana el sueldo a base de templanza.

La Izquierda radical y populista ha deslizado en los últimos días el nombre de José Luis Rodríguez Zapatero como la persona ideal para desempeñar el cargo de presidente de la República. Da miedo pensar que eso lo digan en serio. Tener la osadía de plantearlo ya es grave, pero creérselo es de loquero. Todo esto pasa con el beneplácito de Sánchez. Parece ser que cuando uno llega a la Moncloa se da cuenta de que la mejor estrategia es ver la vida pasar. A Rajoy le fue bien durante tiempo y el chulapo del Ramiro parece haberle copiado la hoja de ruta. Mientras se habla de estas cosas se tapan las gordas pensará Sánchez. Al final esto es alimento para sus socios “indepes”, secesionistas y comunistas.

Y mientras tanto la Derecha sigue en la inacción. Pablo Casado ha demostrado una incapacidad mayúscula. Si con la que está cayendo el principal partido no es capaz de mejorar su intención de voto en ocho o diez puntos es que algo se está haciendo rematadamente mal. Las pasadas elecciones de Cataluña son un toque de atención para el palentino, que parece más preocupado de guerras internas que de enderezar e rumbo del Partido Popular después de los continuos vaivenes que ha dado desde que llegó. Casado irrumpió ya noqueado en la lucha por el poder. Es lo que tiene pertenecer a un partido político que no está preparado para elegir a sus líderes a través de Primarias. Tres años después, aún no está recuperado de aquel combate con Soraya y eso lo perciben los adversarios, los de casa y los de fuera.

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