Tristeza de los pueblos sin bares
Lunes, 5 de julio 2021, 05:00
Se publicaba hace unos días en las páginas de este diario un documentado reportaje sobre la lamentable situación de muchos pueblos de la provincia que ... ya han cerrado o están a punto de cerrar el último bar que quedaba abierto.
Por el reportaje desfilaron con sus propuestas para no cerrar, o volverlos a abrir, alcaldes como el de Monleón, o Salmoral, que con un acertado criterio están ofreciendo, en el caso de que el local del bar sea propiedad municipal, su explotación sin pagar alquiler, en algunos casos con vivienda incluida, para los que se comprometan a gestionarlo durante todo el año. Porque es muy jugoso abrir el bar los meses de verano, que es cuando acuden a los pueblos los veraneantes y dar el portazo a partir de octubre.
Se sabe que un pueblo sin bar es un desierto, una carencia imposible de paliar con ningún otro sucedáneo.
Ahora los pueblos no tiene tienda, ni oficina de aquella Caja de Ahorros de Salamanca, que vertebraba la provincia de arriba abajo, con su añorada Fundación Cultural, que mantenía un extraordinario programa de subvenciones y apoyos a tantas iniciativas culturales.
Cuando cierra el último bar de un pueblo se van con él buena parte de las memorias del lugar. Las algaradas etílicas y vocingleras de los mozos quintos, cuando los había. Las interminables partidas de tute o subastado, con los naipes hojaldrados por el mucho uso. Allí ocupaban los labradores las largas tardes de invierno, al amparo de la mesa camilla con brasero de cisco y eternas conversaciones sobre el tiempo o la cosecha. Memoria del alegre vermú de los domingos, tras la misa o el paseo, con las gentes vistiendo sus mejores “ majos” festivos. Del jocoso alboroque del trato recién sellado, con un apretón de manos, que requiere la inmediata visita a la barra, para brindar por lo acordado al pie de la panera o el establo. Porque muchas veces en un pueblo el bar es el único lugar de encuentro, discusión y celebración entre los vecinos.
Ojalá cuajen estas propuestas municipales de asentar a gente joven y emprendedora, no importa de qué procedencia, para volver a abrir los bares de los pueblos y su memoria no acabe arrumbada definitivamente en la tumba del Internet.
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