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H ACÍA unos dos meses que no iba al centro de Salamanca. Y ayer regresé; regresé a una ciudad vacía para hacer cola ante una entidad bancaria de la calle Toro entre gente temerosa de mirarte incluso... Aproveché la cola para observar, para hacer una foto del antiguo colegio de las Jesuitinas y enviársela a mi amiga Rosa Lorenzo, antigua alumna, y para tomarme la vida con más paciencia si cabe... No merece la pena salir a una guerra perdida: no hay tiempo ni balas para acabar con tanto idiota como anda suelto por este país que no para de aplaudir y de cantar mientras más de veinte mil personas, y subiendo, se han muerto sin recibir un adiós mínimamente digno...

En la cola de la antigua sede del “Banco Bilbao” (parecíamos extras de “La Gran Depresión del 29: el regreso”), me olvidé de todo y me puse a lo que más me gusta y en lo que más he fracasado: “hacer” Salamanca. Mirando calle arriba, hacia la Plaza, y calle abajo, hacia la antigua tienda de “Cortefiel-hijos-de-Primitivo-Muñoz”, me di cuenta que estos días de vacío urbano serían perfectos para que un equipo de urbanistas radiografiase la ciudad, sus errores, sus carencias -de arbolado y jardines, por ejemplo-, sus necesidades de futuro, el caos de su movilidad, como adaptar a la ciudad su flujo turístico... Hoy, con todos o casi todos en casa, el futuro se ve mejor que nunca para muchas cosas, limpio, apto para una exitosa intervención quirúrgica... urbana. La reflexión es más honda, la mirada más intensa, las decisiones más orquestadas y lo mejor de todo, sin depender del impulso del último mediocre (los llaman “técnicos”) del negociado 27.

Desde la cola del banco, por ejemplo, miraba una vez más la desolación de la mal llamada plaza del Liceo, y digo mal llamada porque esa explanada de granito “reseco” es cualquier cosa menos una plaza, por no hablar de la estatua de Vicente del Bosque, que sin entrar en su valor artístico -para mi escaso-, el lugar de emplazamiento no puede ser más inadecuado. Digamos que como salmantino me abochorna un poco. Pero lo dicho, a observar... el futuro.

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