Somos Casio y ellos, Rolex
“¿No tienes otra forma más decente de ganarte la vida? ¡Muérete!”.
No, no tiene nada que ver con el aborto. Los exabruptos son para quienes trabajan en molestar a los estorninos. No en matarlos, en molestarlos para que se vayan. “ ¿Y a qué decís en casa que os dedicáis? ¿No os da vergüenza?”. Y no se vienen arriba por la pobre señora a la que casi le da un infarto por los petardos, no. Es por los pájaros. Que son tan listos que seguro que a las 8 se miran y dicen, “ya vienen los de los petardos”, y siguen a lo suyo, porque del árbol no se ve salir a ninguno. Dice Giorgi Parisi, nobel de Física, que su vuelo responde a un rumor que un estornino hace llegar a sus 7 vecinos próximos y estos, a otros 7 y así hasta formar una gran colonia. Se toman como ejemplo de cómo surgen modas o virales. Es fascinante imaginar su travesía desde el norte de Europa y cómo se protegen.
Úrsula Holfe, una de las mayores expertas de aves en España y nada dudosa de no quererlas, advierte de que pueden traer bacterias a los lugares donde duermen y transmitirlas con sus excrementos, por ejemplo, la salmonela. Así que invitarles a irse de la ciudad no es capricho.
Nadie habla de matarlos. Tendría que autorizarlo la Junta y que se viera como única opción. En 2015-16 se le pidió en Salamanca y accedió, pero entonces la sensibilidad animalista no era la de ahora y había en la ciudad 10 veces más de estorninos.
En cambio, si se decide abortar, basta con comunicarlo. Ahora mismo una mujer va al médico, se lo cuenta y con la nueva ley solo le tendrían que preguntar si le viene bien el lunes. No se puede meter en más. Bueno, ahora en Castilla y León dijo Vox, ya en campaña (como todos), que el médico ofrecería escuchar los latidos del bebé y ecografía 4D a todas las embarazadas y como se montó el lío, el PP matiza que se ofrecerá por prescripción médica, que viene a significar que será si el médico quiere. El tema no tiene mucho recorrido. ¿Quiere escuchar los latidos antes de abortar? Pues mire, no. Otra cosa es que acuda con dudas y entonces es verdad que escuchar latidos venir de donde los proabortistas dicen que no hay vida puede ser un golpe de realidad. ¿Puede salvar algún bebé? Puede. También parece que a la mujer que decida seguir adelante con el embarazo le hará falta sobre todo ayuda, económica y de la otra. No puede ser que llegue a sentirse tan sola como para envidiar a los estorninos, tan arropados y nunca solos en sus vuelos.
Irene Montero saltó contra Vox, la Junta y los latidos. Darias se une a que supone un retroceso de los derechos de la mujer. Se supone que el “gran derecho” logrado es el “nosotras parimos, nosotras decidimos”. Pero no se entiende entonces que se pueda abortar libremente pero no elegir también libremente ser prostituta porque, dicen, es dominación del hombre sobre la mujer. Y aunque haya puteros pero también puteras, pero menos. ¿Pero no éramos dueñas de nuestros cuerpos?
Si no hay vida en un feto, ¿por qué les preocupa que se escuchen latidos? Además, si un médico no puede ser presionado, ¿por qué lo de las “listas negras” para los que se niegan a practicar abortos? Se supone que la mujer tiene derecho a cuanta más información, mejor, siempre que sea voluntariamente. ¿Y el problema?
Montero normalizó el aborto a la vez que Ribera y Belarra endurecieron los requisitos para matar lobos o pájaros. Volvemos a los estorninos.Tienen derecho a la vida. Nadie lo discute. El de los futuros bebés, sin embargo, es otro cantar. Ahora y en lenguaje Shakira, los humanos somos casios mientras que los animales son rolex. Somos twingos y ellos, ferraris. Es así. Claramente. Tristemente.