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Los miembros y miembras del Gobierno socialcomunista están concentrados en sus batallitas a cuenta de la Ley de Libertad Sexual. La epidemia del coronavirus les aburre y dejan que el parsimonioso Fernando Simón se ocupe de espantar fantasmas, aunque cada día que pasa el director de Alertas y Emergencias del Ministerio tiene más cara de asustado, el pobre.

De la crisis del campo y de la despoblación, los dos asuntos que más afectan a los salmantinos, los miembros y miembras del Ejecutivo sanchista-bolivariano se han olvidado por completo. El poco tiempo que les dejan las trifulcas a cuenta de quién es más feminista y quién se comporta más como un machito, y las peloteras por el caso Couso o la devolución en caliente de los migrantes, lo dedican a provocar algunos destrozos, no vaya a ser que nos olvidemos del carácter demoledor de este Ejecutivo de ultraizquierda sustentado por golpistas, proetarras y separatistas más o menos camuflados.

Ahora se han puesto a jugar con la enseñanza, una actividad que les encanta porque pueden hacer mucho daño con poco esfuerzo. Como viene siendo tradición, a gobierno nuevo, ley de educación nueva. Sánchez e Iglesias no podían decepcionar a su parroquia más radical y han lanzado un proyecto pernicioso e ideologizado, para acabar con lo poco de bueno que permanecía en pie del ya de por sí penoso sistema de enseñanza español.

Esta ‘Lomloe’, bautizada así por algún aprendiz de hawaiano, se nos va a atragantar a todos, y no solo por su nombre impronunciable. Por supuesto, la ley, que viene a sustituir a la Lomce del malhadado Wert, no pretende resolver, ni siquiera mejorar, los grandes problemas de la educación en España. Muy al contrario, ha sido concebida para agravar los males existentes y crear otros nuevos. Por supuesto, no hay ningún intento de elevar la dignidad y la autoridad de los maestros, ni de aumentar el esfuerzo a los alumnos. Y por supuesto, se renuncia a recuperar la exigencia de conocimientos y de buen comportamiento en las aulas, a elevar el nivel de las universidades, recuperar el empuje de la formación profesional o restaurar la inversión en talento becando a los mejores.

Lo que sí aportará la Lomloe, una vez sea depurada, refinada y convenientemente envenenada en su paso por el Parlamento, es un ataque a la enseñanza privada (concertada), verdadera bestia negra de la extrema izquierda en este país desde los tiempos de la II República. A los centros concertados se les obligará a acepar un porcentaje de alumnos ‘marginados’ y al mismo tiempo se ahogará su capacidad de oferta de plazas suprimiendo el principio de «demanda social». Es decir, los centros concertados no podrán ampliar sus plazas aunque reciban más demanda si hay puestos para escolarizar a los alumnos en los colegios públicos. Para remate, se castiga a la ‘educación diferenciada’ (niños separados de las niñas) que es exclusiva de algunos centros privados.

La Religión pasa a convertirse en una ‘maría’ sin peso ni sentido, porque no contará para la media, ni para las becas, ni tendrá una asignatura alternativa, para que los estudiantes puedan elegir entre estudiar la Biblia o jugar con el móvil (adivinen qué opción será la mayoritaria). Habrá, en cambio, una asignatura obligatoria de Valores Éticos, que serán por supuesto los valores éticos de la izquierda moralmente supremacista.

No queda ahí la dosis de ideología impuesta por el proyecto que firma la ministra Celaá. Como cabía prever, la Lomloe trufa toda la enseñanza de ‘carácter de género’, de forma especial en la ESO y la FP, e introduce un comisario político, representante de los ayuntamientos, en los Consejos Escolares, para evitar desviaciones.

A socialistas y comunistas no se les ha olvidado el acuciante problema del adoctrinamiento contra España en los centros de enseñanza de Cataluña, Valencia, Baleares o País Vasco, y han decidido agravarlo dando más autonomía a las regiones desleales para perseguir el uso del castellano y enseñar el odio a la nación. Al mismo tiempo, han maniatado a la Alta Inspección del Estado, que la verdad tampoco ha sido muy eficaz hasta el momento, para impedirle controlar los desmanes de Torra y sus colegas.

¿Se corregirá con esta ley el escándalo de esa prueba de selectividad, ahora llamada EBAU, que tanto perjudica a los buenos estudiantes de Castilla y León? Pues tampoco. En Moncloa el’ calientacolchones’ Sánchez y su ministra Celaá no van a escuchar al Grupo Socialista en las Cortes regionales, que por boca del salmantino Fernando Pablos anunció ayer su voto favorable a una moción del PP que pedía una EBAU única para toda España.

En Madrid están a otra cosa. A esa Ley de Libertad Sexual del “sola y borracha quiero llegar a casa”. Que con la Lomloe será “sola, borracha e inculta”.

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