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Caminaba aquel joven por las silenciosas calles del llamado ‘casco histórico’ o ‘casco antiguo’. Llovía suavemente en un sirimiri escaso pero continuo. De hecho, la parka del joven daba muestras de un paseo suficientemente largo como para dejar huellas de la lluvia en los hombros bien visibles. No importaba: la calle principal del casco antiguo estaba plagada de refugios con forma de cafeterías. El joven entró en la más próxima, saludó a la camarera y pidió un café doble (que en la práctica hostelera de Salamanca suele ser exactamente igual en capacidad que la de un café normal con un leve chorrito de propina).

El joven llevó su taza hasta una de las mesas de la cafetería, rebuscó en su mochila y sacó un par de libros con pinta de manuales universitarios. “Solo sé que no sé nada”, bromeé al ver que el estudiante parecía especialmente inseguro. Pero no: “En realidad, esa frase, atribuida por Platón al gran maestro Sócrates, permite una traducción más compleja y matizable que la aparente”.

Los matices son fáciles de describir en la sociedad actual, y, además, conservando los valores de Sócrates o Platón, es un error social. La frase de Sócrates simplonamente aducida sirve de coartada a todos aquellos (y todas aquellas) afectados por el relativismo escueto del “nadie sabe nada” o del “No sabemos nada”. Y ya lo creo que sabemos. Sabemos muchas veces de modo instrumental, es cierto, pero sabemos. Así lo veía Confucio: “La gente puede estar hecha para seguir una pauta de acción, pero puede no estar hecha para comprenderla”. En un ejemplo transparente: sabemos usar nuestra lengua nativa, pero (sin estudios específicos) no sabemos explicarla. En palabras de Saussure, el filólogo suizo, los hablantes somos por lo general radicalmente inconscientes de la gramática de nuestra lengua. Si el lector quiere una prueba, hágalo así: explique a un extranjero cuándo puede usarse en castellano el subjuntivo con porque. Usted lo usa sin ningún problema; es más difícil que lo explique.

El comienzo del conocimiento es el descubrimiento de algo que no acabamos de comprender. En palabras de Galileo Galilei: “Todos los hechos son fáciles de entender una vez se han descubierto. El asunto es descubrirlos”.

Vuelvo sobre mis palabras. Decir “solo sé que no sé nada” es una fútil coartada para aquellos que confunden la ciencia o la tecnología con la magia. Más provechoso es hacer una apuesta por la duda. Que no es una condición placentera; pero “la certeza es absurda” (Voltaire).

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