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Ser útil a España o a él mismo

Martes, 30 de abril 2019, 05:00

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Ciudadanos tiene una difícil disyuntiva: ser útil a España o pensar en él mismo y arrebatarle el liderazgo del centro-derecha al PP de Casado.

Ayer, Inés Arrimadas volvió a repetir “no” a Sánchez, pero lo cierto es que amplios sectores de la sociedad, entre ellos los empresarios, ya han empezado a pedir al líder socialista moderación y que no pacte ni con Podemos ni con los independentistas. El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, dio a entender ayer que no les importaría que en un futuro gobierno entre el partido de Albert Rivera o, incluso, uno en solitario del PSOE con acuerdos puntuales con otras fuerzas políticas.

La rectificación de Albert Rivera —que por cierto, no sería la primera vez— podría tener un coste político por la insistencia de líder naranja a lo largo de toda la campaña electoral en su negativa a pactar con Sánchez, pero también tendría una justificación ante su propio electorado, ya que un apoyo o pacto puntual con el PSOE centraría al futuro Gobierno de Pedro Sánchez. Permitiría a España gozar de estabilidad y moderación y libraría a los socialistas y al resto de españoles del yugo asfixiante de los nacionalistas o de otras fuerzas de la izquierda radical. Creo que una inmensa mayoría de electores estaría más cómoda con un Gobierno de Pedro Sánchez con acuerdos puntuales con los de Ciudadanos o incluso con uno de coalición entre el centro y la izquierda.

Ningún partido tomará decisión alguna antes de las próximas elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo e incluso después de los comicios lo que se barrunta es mucho mareo de perdiz, porque tanto el PSOE como Ciudadanos tendrán que valorar sus estrategias de cara al futuro. Sánchez es el que menos tiene que perder, porque tiene asegurados cuatro años sin mayores sobresaltos en La Moncloa y su futuro al frente del partido ha empezado la cuenta atrás. Ha dado sobradas muestras de que primero es él y después todo lo demás, por tanto en la toma de decisiones pesarán poco los daños colaterales que puedan producir en el PSOE como marca.

Antes de abrirse las urnas el domingo por la noche, es probable que Rivera ni siquiera soñara con abrazar la posibilidad de hacerse con el liderazgo de todo el centro-derecha, pero una vez conocidos los resultados, la debacle histórica y sin precedentes del PP de Casado y el fracaso en las expectativas de crecimiento de Vox, es más fácil de lo que en principio parecía. Sus colaboradores le aconsejarán prudencia y que aguante las presiones que pueda tener de distintos sectores sociales y económicos, pero dentro de Ciudadanos también hay distintas sensibilidades: más proclives a la izquierda o más afines a la derecha.

Y mientras tanto, Podemos y la derecha de Casado continúan en estado de “shock”. A Pablo Iglesias se le complican las posibilidades de ser vicepresidente. Su partido no es imprescindible para el líder socialista. Ni siquiera sus votos son suficientes para garantizarle a Sánchez la formación de Gobierno, luego tampoco está en posición de exigir nada o de repartirse las carteras, como hizo con arrogancia hace tres años. La división interna, además de otros muchos factores, ha penalizado sin duda a dos “pablos”.

Los de Casado analizarán hoy desde el cortijo en el que han convertido la sede de Génova los escandalosos resultados, pero la primera decisión que deben tomar es pasar desapercibidos en esta próxima campaña para no contaminar a los candidatos locales, más reconocidos por el electorado que siempre ha respaldado al PP.

Casado debe hacer un ejercicio de humildad y no culpar al “maestro armero” de la debacle sin paliativos. La desastrosa campaña, la mala elección de candidatos y la soberbia con la que han mandado a casa a muchos de los que estuvieron al lado de Rajoy y Sáenz de Santamaría como artífices de la recuperación económica, solo pueden atribuírsela quienes ocupan hoy los despachos de la séptima planta de Génova. Todo lo demás será hacerse trampas en el solitario.

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