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En Alemania le ha salido a Pedro Sánchez un vulgar imitador, un tal Olaf Scholz que, al parecer, va a copiar las exitosas políticas del Gobierno socialcomunista español una vez que fue investido ayer al frente del Ejecutivo teutón. La gran mayoría de los observadores internacionales consideran que el nuevo canciller alemán viene a continuar la labor de su maestra Angela Merkel, pero el Doctor Sánchez no lo ve así. En la versión del inquilino de La Moncloa, Scholz no hará sino seguir la fulgurante estela dejada por el Ejecutivo sanchista durante sus más de tres largos, interminables y catastróficos años de gestión. Es un aprendiz y seguirá los pasos del líder europeo de la socialdemocracia, que no es otro que el propio Pedro.

El gran maestro Sánchez ofreció ayer su versión más triunfalista (y no era fácil en un tipo nada dado a la humildad) en un mitin en Santiago de Compostela, al que acudió en Falcon con la excusa habitual de visitar una fábrica (que tuvo que abrir en día festivo para justificar el uso del aeroplano). Pese a la marcha con viento fresco de su gurú Iván Redondo, el entorno presidencial no ha relajado el aparato propagandístico y su sucesor Félix Bolaños le escribe al Doctor unos discursos donde el autobombo se dispara hasta alturas siderales. “Somos la vanguardia de lo que está por venir en Europa y todo lo que habla el nuevo Gobierno de Scholz, salario mínimo, equiparación salarial, ingreso mínimo vital, revalorización de las pensiones, formación profesional, becas... ya lo llevamos haciendo casi tres años y medio desde el Gobierno de España”, dijo Sánchez, y se quedó tan pancho.

En la versión de Pedro el Grande, todo lo que la ex canciller Merkel ha hecho por Alemania y por Europa ya lo había aplicado él con anterioridad. Por supuesto, la socialdemocracia la inventó Pedro Sánchez. Al menos, eso es lo que dice Don Narciso de sí mismo. Otros pensamos que está inventando el sanchismo bolivariano, variante caribeña del socialcomunismo, en un Gobierno apoyado en golpistas, separatistas, nacionalistas antiespañoles y defensores de los terroristas, cuyas políticas nada tienen que ver con los acuerdos entre los socialdemócratas, los Verdes y los liberales alemanes.

Ya puestos, podemos comparar los resultados de la socialdemocracia merkeliana con los del nuevo socialcomunismo sanchista, en empleo, por ejemplo: un 3,3% teutón frente a un 14,5% hispano, los mejores de Europa frente a los peores de Europa.

Podemos comparar también el carácter constructivo de los compañeros de Scholz con la naturaleza ácida y corrosiva de los colegas de Sánchez, a los que les une un objetivo común: la destrucción de España como nación y la sustitución de nuestro sistema de libertades por la dictadura del comunismo y/o el nacionalismo.

Podemos comparar también el interés de Merkel por resucitar a Hitler (nulo) con el empeño de este Gobierno nuestro de sacar el espantajo de Franco a todas horas para enfrentar a los españoles.

Y así podríamos seguir hasta mañana.

España, con su Gobierno al frente, no es la vanguardia sino del desastre. El salario mínimo ha destruido empleo, la equiparación salarial, si se ha hecho ha sido a la baja, porque los sueldos crecen menos que el IPC, la revalorización de las pensiones es la misma de Rajoy, la Formación Profesional sigue bajo mínimos y las becas son más bajas que hace tres años.

Eso sí, la presión fiscal en España ha crecido con Sánchez a un ritmo vertiginoso, más incluso que con el inefable risitas del PP (Montoro) y la deuda pública de nuestro país, que por ahora sostienen los socialdemócratas alemanas a través del Banco Central Europeo, está a la vanguardia del mundo mundial. Ahí sí que somos líderes y referencia planetaria.

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