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Querido Ramón:

En este reino del disparate en el que se ha convertido la política patria ya todo es posible. Solo falta que mañana, a la hora de la votación de la moción de censura, nuestros diputados sufran una enajenación mental transitoria y, al más puro estilo Alberto Casero, voten a favor de que sea usted el próximo presidente del Gobierno.

Se cerraría así el círculo del esperpento que comienza esta mañana en el Congreso de los Diputados. Una estantigua que vamos a tener que soportar por obra y gracia de un tipo que muestra un nulo respeto por las instituciones -Santiago Abascal- y de otro -adivine quién es- con un afán de protagonismo tan grande como el prestigio que acaba de defenestrar durante las últimas semanas. Un histórico dirigente del Partido Comunista, uno de los creadores de Izquierda Unida dando cuerda a la ultraderecha en su circo...

Imagine por un momento que tiene que formar gobierno. Y que su compañero de viaje le dice que eso de ser un candidato independiente hay que revisarlo. Y que tiene que sentarse en la mesa del nuevo Consejo de Ministros con Jorge Buxadé, con Javier Ortega Smith o con Iván Espinosa de los Monteros. Y que si plantea, por eso de la paridad, recuperar la figura de Rocío Monasterio ofreciéndole una cartera en la nueva dirección del país, le aconsejen que se lo piense dos veces.

Me extrañaría muy mucho que de los treinta y tres folios de su discurso de este martes, cuyo contenido se filtró a la prensa la semana pasada, en otra antología del dislate, le permitieran poner en práctica lo que se dice en muchos de ellos.

Al menos, la publicación de su intervención ha servido para conocer sus verdaderas intenciones. Las expresa a la perfección en uno de los últimos párrafos de su perorata: “Lo confieso señoras y señores diputados. El acto de hoy es para mí como una de las últimas secuencias del propio guion de mi vida”. Toma ya. Pues como las siguientes secuencias del guion de su vida sigan la misma deriva que ha tomado este año, habrá tirado por la borda una bien ganada reputación.

La fantochada que va a protagonizar hoy, querido Ramón, no era necesaria. Pedro Sánchez se retrata él solito a diario. Todos los españoles saben que ha pactado con los separatistas catalanes y con Bildu; la mayoría entiende que lo de la separación de poderes no va con él; quien más, quien menos conoce alguno de los más de 700 casos de delincuentes sexuales que se han beneficiado de la “ley del solo sí es sí”; y muchos ciudadanos estarán en contra de buena parte de las leyes que se han aprobado esta legislatura.

La prueba del algodón se producirá el próximo 28 de mayo aunque realmente tengamos que votar a candidatos a alcaldías, diputaciones y parlamentos regionales. De sobra se sabe que siempre hay un elevado porcentaje del electorado que mete su papeleta en la urna en clave nacional y marca la tendencia hacia la que va a ir el país en los próximos meses. Si nos fiamos de lo que dice una de las últimas encuestas, publicada por Sigma Dos en un periódico de tirada nacional, en Salamanca capital ganaría el PP, pero necesitaría a Vox para formar gobierno, mientras que Ciudadanos se quedaría con un único concejal que se antojaría inútil para continuar el pacto que tan buen resultado ha dado estos cuatro años.

El disparate de hoy solo es comparable al ‘Así, así, así gana el Madrid’ que corearon los seguidores culés el domingo por la noche en el Camp Nou, justo cuando se ha conocido que el Barcelona ha tenido contratado durante años al vicepresidente de los árbitros. País de locos. Y de fanáticos.

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