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Poema del toque de queda

Lunes, 16 de marzo 2020, 04:00

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Cómo serán los días sin vueltas a la Plaza/ las mañanas sin cañas en los bares/ las tardes sin los churros del café.

Cómo serán las calles sin el ritmo/ de la tropa de guiris en sandalias/ sin las juergas del viernes por la noche/ sin el bronco murmullo de las motos/ sin el suave run run del autobús.

Quién llenará el vacío/ de la ronda senil de jubilados/ quién las voces ausentes/ de la bronca del fútbol semanal/ el parloteo de politicastros/ las sabias voces de los catedráticos/ con la sordina puesta en sus lecciones / hasta un nuevo “decíamos ayer”.

Cómo será la primavera próxima / que florece en cerezos y manzanos /sin que nadie celebre con pregones/ la alegría vital de su llegada / ni acompase la fiesta con sus bailes/ en plazas de los pueblos ribereños.

Quién agradecerá a los campesinos / los estantes repletos de verduras / el arroz y el jamón en los lineales / la fruta alegre de colores vivos / llegadas hasta el súper con su esfuerzo / pagado con monedas de hojalata / con el desprecio urbano y la ignorancia / que no distingue el trigo del maíz.

Cómo sobrevivir sin darnos besos / sin abrazos alegres del encuentro / sin la firmeza de la mano amiga/ sin aspavientos ni desavenencias / subrayadas por gestos corporales /. Qué hacer con nuestras manos inservibles / con nuestras bocas sin utilidades / ni carantoñas para los abuelos.

Me asomo a la ventana esta mañana / temprana del primer domingo herido / por el confinamiento y el silencio / y no hay ni un alma por sus acerones / ni un peatón en busca del paseo / ni jóvenes volviendo de las barras / de fiestas clausuradas por decreto.

Celebro este silencio matinal / que alienta un sacrificio inevitable / que solicitan sabios y doctores / en este primer día de aislamiento / que ha mudado la faz de la ciudad / su rostro bullicioso y armonioso / en un páramo gris de piedra yerta.

Ojalá el aislamiento rinda cuentas / y vuelvan cuanto antes los abrazos / y los gritos al patio del recreo / las calles a llenarse de ajetreos / nuestra felicidad de cada día/ la que solo se canta si se pierde/ como dijo Machado en alta voz.

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