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El Día de la Mujer del pasado año, en vísperas del gran confinamiento, tuvo su escándalo y este año puede ocurrir lo mismo. No parece oportuno celebrar concentraciones con los datos actuales, como no lo era --¡con unas mejores cifras! —en el Día del Orgullo LGTB, y por eso no hubo ni desfile ni nada, e incluso el pasado 5 de enero, cuando se suspendieron las cabalgatas de Reyes Magos, sin que los niños se rebelasen en este caso. Mis amigas más feministas, algunas muy radicales, entienden que como haya repuntes, brotes y rebrotes las van a crucificar y me han comunicado que ese día se vestirán de morado hasta donde les alcance el fondo de armario, y con Rozalén a tope. Dentro de los reconocimientos municipales para este 8-M me ha hecho especial ilusión el de Conchi Lillo a la que sigo en Twitter con devoción sus referencias científicas, y, además, es estimulante su saludo diario en la red con “ojazos”, hacen salivar sus “homenajes” en el aperitivo y fascina su entrega a la causa de la divulgación científica. El de Paz Encinas, alma, corazón y vida de la histórica perfumería “La Cibeles”, en la que continúa a sus años, también emociona; al igual que el de Manoli Martín, la del “Café de Chinitas”, legendario local de Van Dyck, por lo que tiene de tributo a las modestas cocineras de bares, artífices de un “pincheo”, “tapeo” y raciones tras los cuales hay una cocina de verdad, auténtica, y de toda la vida, igual que lo es el reconocimiento a Patricia Balboa, médica y activista de algo tan necesario para la vida como la sangre.
Coincidiendo con el Día de la Mujer y el impulso al movimiento “body positive” han llegado a Salamanca las esculturas de Xu Hongfei, que tanto nos recuerdan a aquellos días de gran confinamiento en los que hicimos bizcochos por encima de nuestras posibilidades, porque se nos ofreció esa posibilidad y accedimos, como dirían Elena y Cristina de Borbón, nuestras vacunadas infantas, a las que le ha tocado la china, la vacuna china, como dice Boris Izaguirre. El resultado de aquellos días sigue clavado en la báscula. Sus orondas y orientales mujeres transmiten optimismo en estos momentos en los que es necesaria la esperanza con las vacunas haciendo su efecto y la ansiada desescalada, que ha contribuido a la montaña rusa de la actualidad cercana.
Las “curvy” de Xu Hongfei evocan a la “boteriana” escultura femenina de Hipólito Pérez Calvo, allá por la calle de Pozo Hilera, y son una reivindicación de la biodiversidad de formas, que el mundo de la moda a veces margina o ignora, como bien se conoce en el movimiento feminista. Y con el asunto de la desescalada he visto esta semana a Alfonso Fernández Mañueco navegando entre olas encrespadas, al modo de Carrión, el protagonista del comic de nuestro Ángel Miranda, y con parte de su tripulación con ánimo de botín. Pero no solo, también hay enemigos fuera. Esta ansiada desescalada será efectiva el lunes como un alivio de luto económico y tiene algo de riesgo, como las concentraciones feministas. Hay que driblar a la pandemia al modo de Messi y otras estrellas del regate, que sobrevuelan la obra de Nacho Fresneda y Álvaro Rico, “Dribbling”, representada anoche en el Liceo, como un aperitivo de esa desescalada que viene, como las esculturas chinas lo son del regreso de los estudiantes chinos a nuestras aulas, y las pinturas de Carmen Peña, en La Salina, de la vida misma.
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