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Hay días en los que creo que buena parte de los que nos mandan solo se preocupan de los ciudadanos que les han votado justamente para eso: para que los voten. En mi caso, esos días son el lunes, el martes, el miércoles, el jueves, el viernes, el sábado y el domingo. Evidentemente, estoy siendo discreto en mi retórica: si se aceptara la hipérbole podría asegurar que mi desconfianza hacia esos políticos se manifestaría ocho días a la semana. ‘Eight days a week’, que decían los cuatro de Liverpool.

“¡No se puede generalizar!”, me recuerda mi conciencia social. Allá en 2008, cuando disfrutaba de una estancia en el prestigiosísimo MIT, Pere Estupinyà, apreciado investigador y divulgador catalán, puntualizaba con soltura: ¿Que no se puede generalizar? Se debe: buena parte de la investigación científica actual se basa en generalizaciones, “en intentar encontrar patrones de comportamiento o asociaciones que (por ejemplo) permitan a los epidemiólogos hacer recomendaciones de salud pública”. La generalización es la llave maestra del pensamiento científico, de la inteligencia, como demostraba Jorge Luis Borges en su ‘Funes, el memorioso’. Se debe generalizar siempre que se asuma que no se debe individualizar, como se hace en “tú, si fumas, vas a tener cáncer con total seguridad. Tú, como tuviste una infancia conflictiva, seguro que vas a delinquir”.

Asumo con esta fundamentación teórica que puedo y debo generalizar, pero no individualizar. Vamos a intentarlo con un ejemplo: “nuestros políticos son mediocres, interesados, indiscretos y cicateros, y solo responden a las necesidades de los ciudadanos cuando satisfacer las necesidades coincide con estrategias de acceso o conservación del poder. ¿Estoy generalizando? Sí, desde luego. Ofrezco una retahíla de defectos que, a mi entender, son características mayoritarias de la clase política actual: la mediocridad, el egoísmo, la indiscreción... Mayoritarias, pero no obligatorias para sus integrantes.

Porque cuando se generaliza con una metodología seria, cabe normalmente la excepción. No es cierto en la vida política española que el hecho de dedicarse a la política determine las características de los individuos concretos: cuando se generaliza no se debe individualizar ciegamente. Cabe la posibilidad de que haya muchos políticos en España que sean brillantes, discretos, generosos, desprendidos, desinteresados, no dispuestos a cualquier cosa con tal de tocar poder o dinero. ¿Como Toni Cantó, por ejemplo? ¿Por ejemplo?

Me atrevo a generalizar –lo he hecho en el párrafo previo- porque tengo motivos para intuir que la falta de interés de ciertos políticos por mejorar la situación.

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