Mirar a Portugal
Lunes, 18 de octubre 2021, 05:00
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Lunes, 18 de octubre 2021, 05:00
Durante décadas España ha vivido de espaldas a Portugal. De sobra es conocido que siempre hemos mirado al país vecino por encima del hombro. Con ... un injustificado e injustificable desdén. Con una falsa sensación de superioridad fruto del desconocimiento y la ignorancia más absolutas. Afortunadamente las cosas han cambiado de diez años a esta parte. Cada vez más españoles disfrutan viajando a Portugal más allá de ir a comprar toallas a Miranda do Douro o a comer un bacalao a Vilar Formoso. Se adentran en regiones y municipios en donde antes sería impensable ver parar a un españolito salvo que estuviera despistado. Este cambio de tendencia es una gran noticia.
Se trata de un sentimiento recíproco. A muchos lusos les encanta España y no dudan en escaparse siempre que pueden para gozar con la monumentalidad de Salamanca, pegarse un festín gastronómico en Galicia o sumergirse en verano en las cálidas aguas del Mediterráneo. Ya lo hacían antes de que nosotros les prestáramos atención, pero ahora es mucho más evidente. Un buen ejemplo es el Camino de Hierro. Podría resultar esperable que algún caminante luso se acercara a esta espectacular ruta, más que nada por cercanía. Bien es cierto que el acceso por carretera a La Fregeneda desde Portugal es de otro tiempo y no es para nada cómodo que una persona de Oporto, de Guarda o de Viseu llegue hasta allí. Sin embargo, las previsiones más halagüeñas de la Diputación se han quedado cortas. Sin haber hecho una campaña de promoción específica para Portugal, nuestros ‘irmãos’ están llegando en masa para caminar por uno de los trazados ferroviarios más bellos de Europa. De este éxito podemos sacar dos conclusiones: por un lado, el Camino de Hierro tiene tirón y su localización remota no le resta capacidad de seducción. Y por otro, hay que mirar a Portugal no solo para que vengan turistas que hagan esta ruta, sino para que descubran el resto de la provincia.
Estamos en un momento en el que la competencia por atraer viajeros es enorme. Hemos pasado a vernos las caras con regiones y provincias que tradicionalmente ponían su foco en el turista extranjero, pero que ahora también necesitan al nacional si quieren que sus cuentas cuadren. Es momento de ser originales en todos los aspectos. Lo hemos sido con esa fantástica iniciativa del 2x1 en hoteles que ha logrado una recuperación meteórica del turismo tras los meses más duros de la pandemia. Pero hay que ir más allá y Portugal debe ser nuestro próximo objetivo. Eso de empapelar Madrid con la imagen de Salamanca estaba muy bien, pero no se puede jugar solo a esa carta. Un portugués de Aveiro, Espinho, Oporto, Coímbra o Viseu estará encantado de visitar Salamanca en un fin de semana o un puente tres días. Solo hay que ponérselo fácil. Ir a buscarlo. Aprovechar nuestros lazos para tocar su corazoncito y que vea que en tierras charras tienen a un pueblo amigo y hermano, además de una oferta patrimonial, natural y gastronómica sorprendente.
Jugando con esa idea tan arraigada de que Aveiro es la playa de Salamanca (antes lo fue Espinho y Figuera da Foz), hay que fomentar un trueque de viajeros muy beneficioso para ambas partes. Jugamos con la ventaja de la cercanía, igual que lo hacemos con Madrid. Eso es algo que otras provincias españolas no tienen y debemos aprovecharlo.
De paso no estaría de más aprender de lo bien que están trabajando en Portugal en el ámbito turístico, sobre todo en el interior. Cada vez es más normal ver elegantes y coquetos alojamientos en las aldeas más recónditas donde se juega con la tradición, la rehabilitación de la antiguas construcciones y un compromiso de sostenibilidad y de apoyo al medio rural. Hay que dejar atrás en concepto “pongo una casa rural porque recibo una subvención”, a “apuesto por un alojamiento rural porque creo en ello”.
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