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Sostiene Francisco Martín del Molino que la Transición comenzó a gestarse en la calle, por ejemplo en las protestas de los vecinos para conseguir mejoras en sus barrios, que buena falta hacían. Ahí, poco a poco, comenzó a gestarse el espíritu democrático. En palabras de Francisco de Vicente, queríamos ser como eran en el resto de Europa. Ambos Franciscos o Pacos son dos nombres propios de aquel paso complicado de la dictadura franquista al tiempo democrático y estaban ayer presentes en la inauguración de la exposición “Crónica visual de la Transición”, que puede ver en la Filmoteca Regional. Martín del Molino es una referencia del socialismo clásico salmantino y de Vicente, ucedista, fue clave en la preautonomía de Castilla y León, al que se menciona poco cuando se habla de nuestra Comunidad. Pues fue una figura clave y está escrito en estas páginas. Aquellos días preautonómicos forman parte de la exposición igual que el funeral de Serafín Holgado, las manifestaciones anti nucleares y agrarias, los mítines con las figuras de la época como Fraga, Suárez, González, Gil Robles, Carrillo o Tierno Galván, al que se ve en su regreso a las aulas salmantinas, también hay memoria de aquel concierto legendario de Miguel Ríos en la Plaza Mayor, de jornadas electorales y hasta de episodios deportivos épicos como aquella victoria de la UDS en el Bernabéu al todo poderoso Real Madrid. La Transición no fue solo política. Martín es uno de los impulsores de esta exposición que da pie a un documental que está en marcha y promete emociones muy fuertes con históricos como Sánchez Terán, Quintanilla, Estella, Arjona, los Melero, González Bueno, Caldera, Pedraz, Llorente, Campo, de Saa... figuras de la política, los movimientos vecinales o los sindicatos que protagonizaban aquellos días la crónica política de este diario y los programas locales. Tras algunas intervenciones, en la inauguración de la muestra quedó flotando la idea de que aquel espíritu de moderación, empatía, comprensión, convicción de que estaban en juego valores superiores a los partidistas sería en estos momentos muy necesario. ¿Qué diríamos hoy si uno popular fuese a un mitin socialista y viceversa? Pues entonces se hacía.

Sostiene Martín del Molino que la idea de esta exposición surge del interés por la documentación gráfica de ese tiempo de estudiantes e investigadores, que espero capten lo que hay más allá de la fotografía. Y puede que tenga razón quien afirma en el avance del documental que la Transición no está terminada del todo. Pero no lo sé. Con la Transición no se fue sólo aquel espíritu práctico, también una banda sonora que nos hacía pensar. Le dábamos vueltas a las canciones “poéticas” de Paco Ibáñez, buceábamos en las metáforas de Lluis Llac, convertíamos en himno los temas de Serrat, nos indignábamos con la ironía de Krahe... Tienen razón para indignarse también los milennials y echo de menos una banda sonora más potente que la que tienen. Hay cantautores –me declaro devoto de Rozalén— pero no tanto como los de entonces, cuando también el rock ponía de su parte: no todo eran ñoñerías como las de Mecano. Y esto que acabo de decir seguro que me cuesta un disgusto. Hay tantas memorias visuales de la Transición como nuestra cabeza sea capaz de recordar, dijo Mayte Conesa, directora de la Filmoteca, que ha puesto todo el talento de la casa y los fondos para esta muestra que es de todos. Pero esa memoria visual tiene en Salamanca nombres propios como José Núñez Larraz, Ángel Esteban, Ángel Laso, Salvador Polo o Eusebio Martín, fotógrafos de prensa capaces de “hacer” un partido en el Helmántico y después un mitin de un partido político. Hay imágenes suyas que se exhiben y son icónicas, representativas de un momento que va más allá del instante que recoge la fotografía. Hay muchas expuestas así que tómese su tiempo cuando vaya a la Filmoteca o acuda varias veces. También hay cartelería electoral y elementos que recuerdan las primeras elecciones, que me han hecho recordar aquella colección de pegatinas que perdí no sé cuánto, pero sí sé que hay aún alguna amiga que guarda la suya. Fueron un elemento clave de aquellos días. La pegatina que cerraba la colección decía no a la guerra.

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