Memoria de la ciudad y de su hostelería
Lunes, 25 de octubre 2021, 05:00
Frente al debate sobre la Ley de la Memoria Histórica en el Parlamento, hoy prefiero suscitar el debate de una memoria más reciente, mucho más ... viva y cercana.
Una memoria de la que somos partícipes muchos de nosotros, aún siendo de diferentes generaciones, que tenemos recuerdos nítidos y precisos sobre bares, restaurantes, discotecas de tiempos no tan remotos, que sería interesante darles curso en artículos, libros y documentales para que no desaparezcan en la bruma del tiempo.
Me refiero a la memoria de la hostelería de la ciudad, no tanto de los primeros cafés y salones de principios del siglo XX: El Suizo, El Castilla, El Pasaje..., de los que ya no quedan clientes vivos, sino de otros mucho más cercanos, cuyas fotos y posavasos, ahora tienen recorrido y presencia por los chat de los amigos, que reconocemos sus logotipos y fotografías a los que añadimos nuestras vivencias y emociones.
Recordar por ejemplo que en el Daniel’s nos dimos el primer morreo, en El Baviera abrevamos la primera caña, en El Paniagua la primera manchada, en El Gorro Blanco el grasiento, pero memorable, bocadillo de calamares fritos, que nos supo a gloria....
Por no hablar de las noches locas -e interminables- del María Sangrienta, o del remoto American Bar, en las escalerillas del Mercado, de cosmopolita clientela suramericana, en cuya máquina de discos escuchamos tempranas primicias de los Rolling Stones, o la voz desgarrada de Aretha Franklin. Un extraordinario bautismo musical contemporáneo.
Alguien tendrá que rememorar aquellos platos combinados novedosos y abundantes de la cafetería Suzie Wong, un local tan moderno, de decoración racionalista, en blanco y negro que parecía diseño de la Bauhaus alemana.
Interesa mucho recopilar esa memoria de la ciudad, que cada cual trazará con sus vivencias y recuerdos personales, pero que sería importante que quedara reflejada en un proyecto digno, un CD o libro de fotografías y textos escritos por gentes relevantes, protagonistas de una época cercana, todavía viva y reciente, que contribuya a relatar y documentar nuestro pasado. Yo lo dejo la iniciativa en manos del maestro Santiago Juanes, con el que tengo tantas conversaciones pendientes.
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