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En la facultad fui un as dando cambiazos en algunos exámenes, actividad que además te permitía aprenderte el tema al copiarlos en los folios con membrete que previamente uno se había encargado de agenciarse... Aunque no fueron muchos estos actos de piratería académica, no más de cuatro calculo, lo confieso aquí para romperle los esquemas a quien un día pueda denunciarme por aquellas tretas de hace unas tres décadas, ¡Santo Dios, treinta años! Esto sí que es denunciable, el paso inexorable del tiempo, y no las chorradas... Porque chorrada y mala baba ha sido la denuncia de los socialistas castellano-leoneses, con Fernando Pablos a la cabeza, del plagio de un artículo académico por parte de Bienvenido Mena hace casi veinte años... Mena, ex director provincial de Educación y delegado de la Junta, dimitió nada más conocerse la denuncia de su cargo como director general de Innovación y Formación del Profesorado.

Miren, no entro en discusiones bizantinas sobre ética o sobre lo hecho o no hecho, pues el plagio parece que no le reportó ningún beneficio ni académico, ni profesional, ni económico, e imagino que ocurriría lo de siempre, un encargo, las prisas y me lo quito de encima, ¿les suena? Por supuesto, el hecho no está bien y si te pillan, pues peor, pero Mena, que sin conocerlo mucho me parece un hombre responsable y cabal, no debería haber dimitido, ni la oposición habérselo exigido, hubiera bastado con un disculpa y punto. ¿Hasta dónde vamos a llegar con la tontería y con la fachada de la “rectitud”? La rectitud, señores, es otra cosa...

Nos estamos yendo por las ramas del descrédito banal, y estamos olvidando lo verdaderamente importante, tanto en la política como fuera de ella, la profesionalidad, el conocimiento, el esfuerzo, la dedicación, la experiencia... En este país de trepas, mediocres y vividores, ahora resulta que todos son unos santos, empezando por el señor Pablos, ser gris por excelencia y, como los periodistas en las guerras, “empotrado” en el convoy de la política tan ricamente. ¿Qué va a ser lo siguiente?, ¿denunciar amantes?, ¿la orgía en la que se participó en cuarto de Derecho?, ¿haber sido suscriptor de “Playboy”?, ¿haber montado en moto sin casco?, ¿no reciclar?, ¿haber tenido un affaire con un transexual carioca?, ¿besar a tu mujer, a tu novio, a tu amante en la calle? —de esto mejor no hablar, imagínense a la mayoría de los políticos dando un beso de tornillo a sus parejas, ¡ni a oscuras!—. A ver, mis queridos meapilas tan devotos de la corrección, ¿cuál va a ser la siguiente acusación para darle emoción a vuestras miserables y mezquinas vidas?

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