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Alfonso Fernández Mañueco viajó ayer a la villa y corte para relanzar su imagen nacional, ahora que en el PP andan a la búsqueda de referentes pacificadores en medio de la bronca entre Pablo Casado e Isabel Diaz Ayuso. El presidente de la Junta participó en un desayuno informativo de Nueva Economía Fórum donde adoptó una postura cauta en los asuntos internos y reivindicativa en los conflictos con el Gobierno de Pedro Sánchez. Un mensaje entreverado de serenidad y firmeza en un discurso sin estridencias, en el que no dijo nada que no quisiera decir, lo cual tiene mérito dentro del ambiente de agresividad y matonismo verbal que nos envuelve.

El primer mensaje era el medio, que diría McLuhan. Acudir ahora al escaparate de Madrid supone una voluntad de dejarse ver cuando la posibilidad de convocar elecciones anticipadas en Castilla y León está a la vuelta de la esquina. Mañueco sigue hermético en cuanto al adelanto de los comicios, con su ambivalente afirmación de que mantendrá el pacto con Ciudadanos mientras haya estabilidad en la Junta, pero ayer ofreció una pista importante: el congreso regional del PP se celebrará “en el primer trimestre de 2022 o incluso antes”. Un anuncio que asfalta el camino para convocar a las urnas antes de marzo y evitar así segunda moción de censura de Luis Tudanca.

Mañueco abordó también el espinoso tema del congreso del PP de Salamanca, adornándose en una media verónica. “Todo el mundo va a apostar por una de las señas de identidad del partido en la provincia de salamanca, que ha sido la unidad”. Como deseo está perfecto, pero como pronóstico el planteamiento falla por la base: el partido ya está roto en la provincia, gracias a los esfuerzos del maniobrero lanza-pipos-de-aceituna de Génova, y quienes han actuado con deslealtad hacia su presidente provincial, Javier Iglesias, y hacia el propio Mañueco, difícilmente van a ser integrados entre besos y abrazos por los vencedores del congreso cuando se celebre (que no van a ser los díscolos, de ninguna manera).

Sea cuando sea, hablarán los afiliados. Como también hablarán en Madrid, y a esa circunstancia se acogió Mañueco para no tomar partido en la guerra entre Casado y Ayuso, que es más bien ataque unilateral del Pipos contra la presidenta de la Comunidad de Madrid. El salmantino ha sufrido en carne propia los manejos de García Egea, así que seguro que le une un sentimiento de solidaridad con la madrileña.

Lo más interesante y más contundente de la intervención del presidente de la Junta llegó cuando abrió el abanico de reivindicaciones frente al Gobierno social-comunista, al que acusó el exprimir el bolsillo de los ciudadanos mientras en Castilla y León se bajan los impuestos. Mañueco pidió también un reparto más justo de las sedes de organismos que Sánchez quiere sacar de Madrid (LA GACETA denunciaba ayer el olvido de Salamanca en ese reparto) y se mostró especialmente exigente a la hora de pedir inversiones en el Corredor Atlántico, el gran olvidado no solo por el Ejecutivo sanchista, sino por todos los gobiernos de la democracia, cuyas gestiones han contribuido a configurar esa “España hemipléjica” con el Este rico y el Oeste pobre.

Supongo que nadie del Gobierno de la nación estaba por allí para tomar nota de estas reivindicaciones. Están Sánchez y sus ministros muy ocupados con la Memoria Histórica, el cambio de nombre del Valle de los Caídos, la persecución de los crímenes del franquismo y el voto contra la prohibición de los homenajes a etarras como para preocuparse de si Castilla y León necesita infraestructuras o inversiones para crear empleo y retener población.

Los mensajes para el inquilino de la Moncloa rebotaban en el vacío. A Sánchez hay que pillarlo cuando sube o baja del Falcon y no era el caso.

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