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Maduro II

Miércoles, 23 de diciembre 2020, 04:00

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Pedro Sánchez sigue en cuarentena por contacto directo con el francés Macron. Unos días alejado del foco le han venido muy bien, mientras el presidente “in pectore”, el comunista Iglesias, le hace la competencia en las redes vendiendo el decreto antidesahucios al mismo tiempo que ayer salían Montero y Ábalos en rueda de prensa para dar cuenta del asunto. También le ha venido bien para humillar públicamente al Rey Felipe sin que parezca que la ofensa ha salido de él.

Y es que, además de esconder el viaje de los Monarcas a Cataluña para entregar a escondidas el premio Cervantes, está intentando denigrar a don Felipe públicamente a costa del discurso de Nochebuena. Evidentemente cuenta con la inestimable colaboración de su vicepresidente segundo, que está dispuesto a hacer de malo con tal de derribar el actual régimen democrático e instaurar una dictadura tipo Venezuela.

Vamos a ver: ¿cómo un hijo va a condenar públicamente las miserias humanas de un padre por muy delincuente que sea?, que es lo que le están pidiendo al Rey, ¿o es que acaso Pablo Iglesias ha condenado al suyo por pertenecer a un grupo terrorista, como le recordó la exportavoz del PP Cayetana Álvarez de Toledo? Es miserable lo que están haciendo con el actual Rey. Miserable y canalla fundamentalmente el PSOE, porque Pablo Iglesias ya sabemos a qué vino a la política.

Pedro Sánchez tiene la habilidad de desaparecer cuando desde el Gobierno se ejecuta el acoso y derribo a nuestra democracia, como se ha quitado de en medio en cuanto ha podido en la gestión del coronavirus. Se inventó eso de “la cogobernanza” para echarle el muerto a las comunidades autónomas, que han hecho lo que buenamente han podido o han sabido, aunque el problema lo hemos sufrido los ciudadanos con diecisiete normativas diferentes y otros tantos servicios y gestión de la pandemia, a lo que hay que añadir los continuos cambios de un virus que actúa de una forma tan caprichosa como desconocida. Lamentablemente las rotundas palabras de Illa de que no tendríamos 17 Navidades diferentes no se han acompañado de los hechos y cada uno lucha como Dios le da a entender por controlar los repuntes.

Sánchez sigue escurriendo el bulto con la nueva cepa que ha sido descubierta en Inglaterra, de tal manera que también intentó la cogobernanza con la UE y fuimos el último país, junto con Portugal, en cerrar los vuelos procedentes de Reino Unido, aunque dejando en la estacada a muchos compatriotas casi con un pie en el avión.

Antes del verano se escondió y dejó el asunto en manos de las comunidades y así sigue con las escasas responsabilidades que todavía no puede delegar, como el control de puertos, aeropuertos y estaciones de tren. Bueno, más que control, descontrol porque aquí sigue sin pedirse ninguna prueba para entrar.

Desde el verano ha hecho dos cosas: anunciar la vacuna como si fuera suya y aprobar un lamentable estado de alarma de seis meses para evitar el democrático control del Parlamento y bajo él hace y deshace a su antojo o al de sus socios -lo peorcito de cada casa- que lo tienen cogido por salva sea la parte inexplicablemente, aunque debe ser con mucho gusto.

La consecuencia más significativa es que ese inaudito estado de alarma le ha permitido restar libertades y aprobar normas y leyes que cada vez nos empobrecen más en términos democráticos. Lo cierto es que no ha querido saber nada de la pandemia, de una pandemia de la que fue advertido mucho antes de que tomara medidas y que por desgracia ya ha matado a más de 60.000 personas en España -aunque en los datos oficiales solo figuran 49.500-

Y lo peor está por llegar porque la anestesia del miedo al coronavirus nos ha dejado paralizados para luchar contra el comunismo venezolano que nos quieren imponer Sánchez y sus socios.

O reaccionamos, o tenemos un “Maduro II” en España y sin darnos cuenta.

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