Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Confieso, sí, que cuesta escribir. Que cada vez es más difícil acertar con las palabras. Estamos en un momento tan absurdo, que hasta la más inclusiva, que es “todos”, ofende. Un “todos” escrito en una hoja de papel apunta a fechoría de derechas, con firma de hombre y machista. Ahora todo es machista. Pero no todos y todas somos machistas. Solo todos. De repente, “todos” son ellos y encima nos lo venden como una victoria de la mujer cuando es una pérdida. Pero los políticos dicen “todos y todas”, o la mayoría, unos porque les suena a lo correcto, otros porque es su espada en la batalla de las ideas o porque claudican por miedo a no seguir la corriente. Solo de la mente de un machista pudo salir la idea de que pronunciar “todos” es referirse solo a ellos. Y se ha normalizado tanto su uso que ahora hay profesores, no uno ni dos, que hasta piden perdón a los alumnos por no decir “todos y todas”. No quieren problemas y huyen de que los alumnos, perdón, el alumnado, pueda considerarles machistas a ellos, los profesores. Perdón, al profesorado. Confieso que no me sale escribir la portavoza o la miembra. Ni “cada especialista” en lugar de “los especialistas” y me gusta decir “los españoles” y no la “población española”. Confieso que me preocupa cuánto tiempo podremos escribir libres.

Ahora ser hombre y pronunciar violación es machista. Ahora que unos universitarios griten “ violación, estupro, cohecho... ¡Derecho!” resulta que es machista. No de mal gusto ¡machista! En cambio el machismo está en cualquier letra de reguetón pero eso es libertad de expresión. Ahora unos privilegiados, que no son académicos ni prestigiosos expertos, nos etiquetan los machismos y los demás, aguantamos.

Machismo no lo es todo, como dice Podemos, y tampoco nada, como deja entrever Vox. Machismo es decir sobre una mujer que la azotaría hasta que sangrara, como dijo Iglesias. Machismo es rodearse de mujeres y que el macho alfa las exponga o tape detrás de columnas. Vergüenza es escuchar a un diputado de Vox decir que una sola diputada de su partido tiene más hombría que todos los diputados juntos. Sí, eso suena a machismo y Podemos queda como víctima con intervenciones tan pasadas como la de Víctor Sánchez.

¿Machismo es decir que Irene Montero es ministra por Pablo iglesias? No creo. ¿Se puede decir que Ana Botella se lo debe todo a Aznar y no se puede decir lo mismo de Irene Montero? ¿No se criticó a Corcuera por ser electricista? ¿Y no se puede decir nada del salto olímpico de ella desde la caja del “súper” al Gobierno? Pues no, porque es mujer y, además, etiqueta los machismos.

Me quedo con Lucía Etxebarria, vergonzosamente perseguida por Podemos y escritora que ya no puede escribir ni un tweet sin recibir una lluvia de insultos. Era la más “progre” y bandera feminista hasta que cuestionó leyes como la “trans” y resulta que no la dejan salir de casa. “ Los feministas y las demócratas somos más”, dijo Irene Montero en el congreso a lo Escarlata O´Hara. Sí, sobre todo las demócratas. Me quedo con Pablo Motos, el nuevo machista porque lo dice Irene y al que le escrachea con el dinero de todos.

Confieso que iba a escribir de Calviño, la ministra, dañina para Salamanca por dejar a la Universidad fuera del PERTE del español. No escribiré de Nadia por si me llaman machista y porque ahora entiendo que no interesa contar con la Universidad cuna del español porque el objetivo es destrozar el español.

Confieso que no sé de qué escribir ni cómo. Quizás cuando tengamos reinas magas y una hermanita del niño Jesús, vengan las musas. Y cuando escribes lo anterior y dudas sobre si tenías que haber dicho “y los musos”, es cuando dejas claro que ya no sabes escribir . “Si ni tú ni yo hemos sido, ¿entonces quién?”. Ministerio de Igualdad. Gobierno de España.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios