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Los toros le suenan a España y a derecha rancia

Sábado, 9 de octubre 2021, 05:00

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L OS toros son dos verónicas y media de Morante. Son un quite por chicuelinas de José Tomás o una sentida serie en redondo de Roca Rey con la derecha. La tauromaquia es ese traje de luces de sangre y oro, la soledad del ruedo, la belleza del toro, el paso ciego del caballo... la metáfora de la vida y de la muerte de un Sabina que presumía de citar tan bien como Antoñete.

La tauromaquia es Goya o ‘don Francisco, el de los toros’; es Botero, Hemingway, Vargas Llosa, es García Lorca: ‘A los toros es al único sitio a donde se va con la seguridad de ver la muerte rodeada de la más deslumbradora belleza’, decía el poeta del ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejías’. Pero también es ese símbolo de España que tanto atraía a Picasso y que le inspiró una obra que a ojos de Antonio Saura era una “gigantesca tauromaquia”. Los toros son España.

Menos para Yolanda Díaz, que llamó a Iceta para excluir a los toros del bono cultural. Normal en Podemos, aunque no le molesten los ‘correbous’ y aunque diera su apoyo en Sevilla a los toros para no perder a su electorado.

Lo de ningunear a los toros a conveniencia no es algo en cambio habitual en el PSOE de siempre, aunque sí en Iceta, que ya les dio la estocada a los taurinos en Cataluña cuando posibilitó la prohibición de las corridas. El Constitucional sentenció 6 años después que el Parlament vulneró la Constitución y él miró para otro lado. Y Cataluña sigue sin toros. Las plazas quedan para mítines: pisar el ruedo con zapatos es escenificar la independencia de España en cultura.

No es normal en el PSOE de siempre machacar la fiesta, pero sí en Sánchez, que advirtió que nunca le veríamos en los toros, y no mentía, y dijo que adoctrinaría contra el maltrato animal, estableciendo una perniciosa relación con las corridas, y así hace. Como ministro eligió a Uribes, antitaurino, que dejó claro que jamás recomendaría ir a los toros pero sí al teatro ‘porque es una cuestión pacífica’. Como su sucesor Iceta: con los bonos se podrá comprar un videojuego (¿pacífico?) pero no ir a los toros.

Sánchez, que hace bueno a todo lo anterior, pronto logrará que Ábalos deje de ser ‘el de Delcy’ y vuelva a ser el “hijo de Carbonerito” y que Carmen Calvo sea recordada no por los ‘papeles de Salamanca’ sino por esa defensa de los toros como elemento cohesionador que, decía, gusta a derecha e izquierda. Donde ella ve una verónica, el nuevo PSOE vislumbra una bofetada a sus socios. Donde ella ve unidad, Sánchez ve solo a la derecha y bastante hizo con vacunarnos sin preguntarnos a quién habíamos votado.

Se puede debatir sobre la tauromaquia, incluso sobre si es maltrato que un toro muera en la plaza. Pero peor es no llegar a ella. Peor es morir a los meses de vida porque el ternero bravo, pequeño guerrero, se enfrenta valiente al lobo para defenderse. Su muerte como juguete del depredador al parecer no es maltrato. Se puede debatir sobre a quién se trata con más dignidad, a un toro en el ruedo o a un perro haciéndole mechas en la peluquería. Se puede debatir sobre quién sufre más estrés, las ovejas comidas por buitres en pleno parto o las que participan en un belén viviente, que va a ser actividad prohibida por su alto riesgo.

Se puede debatir sobre lo anterior pero lo que tiene discusión es que los toros son Patrimonio Cultural de España (reconocido, por cierto, con la abstención del PSOE) y que al margen de que gusten o no en el Gobierno, está obligado por Ley a garantizar su protección y a desarrollar medidas de fomento porque es un ‘incuestionable patrimonio cultural inmaterial español’. Excluirlos del bono implica la dictadura del Gobierno sobre lo que es cultura y lo que no y saltarse el el espíritu de la Ley a la torera.

Sánchez sabe que los tribunales resolverán quizás 6 años después y no le importa el malestar ciudadano porque es muy consciente de que se diluye como un azucarillo con el paso del tiempo. Cómo le va a importar si ya ha visto que no pasa nada por haber cerrado el Congreso a capricho y amordazado a la Democracia en la pandemia. Le estorban los jueces, pero le salva que son lentos en sus sentencias.

Ahora estamos en clave electoral: los ‘cayetanos’ votan PP o Vox, igual que los cazadores, igual que los ganaderos... e importa el voto joven, que compra con bonos a los 18, la ayuda a la vivienda y el aprobado de la ESO con el único mérito de cumplir años. Cuando nos suba los impuestos para pagar su fiesta, ya prevé estar de nuevo en Moncloa.

Son dos pases por alto de Pedro Sánchez sin moverse, un cambio de mano y remate con un pase de pecho con los pies juntos. Se prepara para entrar a matar. No aguanta que le llamen torero porque le suena a España y a derecha rancia.

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