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Podemos decir que la jornada de constitución de los ayuntamientos confirmó las previsiones. Porque cuando algo se celebra con un alto grado de incertidumbre, los sobresaltos entran dentro de lo previsto.

Hubo sobresaltos, tensión, insultos y un intento de impedir la elección, no solo legal, sino ajustada a los principios democráticos, de Mario Simón (Cs) como alcalde de Palencia y hubo sorpresa en Burgos, donde los dos concejales de Vox facilitaron, votándose a sí mismos, la investidura del socialista Daniel de la Rosa.

En ambos casos la suma de populares y naranjas no alcanzaba para la mayoría y decidían los ediles del partido de Santiago Abascal. En el primer caso, la candidata del PSOE, Ana Sánchez, calificó la suma de las tres formaciones de centro derecha como “la mayor indignidad política en todos los años de vida pública en Palencia”. En el segundo caso, cuando los votos de Vox cayeron a su favor, otro representante del PSOE, en este caso el ya alcalde de Burgos, valoraba la actuación de los de Abascal como “un buen ejemplo de su compromiso por la ciudad y algo que les honra”. ¡Vaya diferencia!

Burgos era una de las capitales incluidas en la lista de exigencias de Francisco Igea para pactar la Junta con Alfonso Fernández Mañueco, y por tanto el fracaso del aspirante naranja, a pesar de recibir los votos de los concejales populares, adquiere un carácter estratégico. Quizás por eso el PP nacional anunció de inmediato una moción de censura en la capital burgalesa. Una medida a todas luces precipitada, como lo fue el acuerdo PP/Cs para la Alcaldía: antes de repartirse el Ayuntamiento deberían haber convencido a los concejales de Vox, y ahora no tiene sentido anunciar una moción si no han hablado antes con los de Abascal, que están en su derecho de plantarse si les ningunean.

Los populares han hecho honor a su palabra en todos los frentes de Castilla y León. Votaron a favor del candidato de Cs en Burgos y si los naranjas se han negado a hablar o no han sabido convencer a los de Vox, es problema de Cs.

Todo lo cual no obsta para que el fracaso en Burgos le sirva a Igea como excusa para estirar de nuevo la cuerda en las conversaciones con Mañueco. El candidato naranja va a seguir poniendo palos en las ruedas del pacto, y lo haría incluso aunque hubiera conseguido Burgos.

Salamanca capital escapó a la tensión general con la elección de Carlos García Carbayo para gobernar el Ayuntamiento otros cuatro años, en compañía de los cuatro ediles de Ciudadanos. Hay sintonía entre los grupos popular y naranja, tal y como quedó patente ayer en la sesión de investidura, y esa afinidad permite prever una legislatura marcada por la estabilidad y la continuidad en el trabajo por mejorar los servicios y por hacer de Salamanca una ciudad más atractiva para vivir y trabajar, que falta hace, sobre todo en lo que respecta a la captación y retención de empleo joven.

El alcalde esbozó un programa pragmático, basado en los avances conseguidos durante las últimas dos legislaturas con Mañueco al frente del Consistorio (el propio Carbayo tomó el relevo en los últimos seis meses), pero con nuevos objetivos más ambiciosos.

Ana Sánchez expuso un discurso más emotivo que político, aunque dejó muy clara la disposición del grupo de Ciudadanos a seguir colaborando en el desarrollo de Salamanca, como han hecho durante los últimos cuatro años, aunque esta vez con la responsabilidad de la gestión en cuatro concejalías.

Dentro de un ambiente general de cortesía y buenos modales por parte de todos los protagonistas de la sesión, el discurso del líder del grupo socialista, José Luis Mateos, marcó la nota discordante. Lo más suave que se puede decir de su intervención es que no fue en absoluto elegante. Y lo más atinado que se puede decir es que estuvo faltón y que se le notó demasiado la rabia interior por no haber podido ser nombrado alcalde cuando lo creía tan cerca tras las elecciones del pasado 26-M.

Mateos atacó con especial crueldad a los ediles naranjas, a los que acusó de haber actuado contra los intereses de Salamanca por ambición y por buscar tan solo un cargo y un sueldo.

El hasta ayer candidato del PSOE a la Alcaldía de la capital se creía con todo el derecho a ser nombrado primer edil y, por lo que dijo, parece como si los cuatro concejales de Ciudadanos hubieran faltado a su deber inexcusable de votarle a él para alcalde.

Olvida Mateos un dato esencial: que las elecciones municipales en Salamanca las ganó el PP con Carlos García Carbayo. Y se olvida también de que su partido lleva meses identificando a Cs con ‘el trifachito’, con las tres derechas de Colón, y que por tanto, aunque solo sea por afinidad ideológica, es mucho más coherente que Ciudadanos pacte con los populares y no con los socialistas. Y, por último, Mateos olvida que tan democrático es hablar y pactar con unos que con otros, y que si se dedica a acusar a otros de buscar sillones y sueldos, la acusación se le puede volver en contra.

Será con toda seguridad un arrebato de rabia momentáneo y el líder de la oposición volverá pronto a su habitual tono constructivo, crítico pero moderado. Algo en lo que momento le va ganado la portavoz de Ganemos.

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