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Leña al fuego

Miércoles, 8 de mayo 2019, 05:00

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Que nadie tire cohetes, porque del paisaje político que tenemos delante lo único nítido que se ve son los nubarrones que lo cubren. Todo lo demás es confusión que impide hacerse una idea clara que permita tomar un camino concreto. De momento, por cualquiera que elijamos corremos el riesgo de que nos lleve a ninguna parte. Ante esto, lo prudente es no fiarnos ni confiarnos y observar con lupa lo que hagan sin perder detalle de lo digan unos y otros, dado el hecho más que probable de que no sea la sinceridad ni la sensatez lo que les mueva en este día a día que se traen entre manos hasta el 26-M.

Insensatos se intuyen por todas partes y en política se cuentan por batallones, siendo hasta ahora los únicos que animan la fiesta con sus ocurrencias. Y por si fuesen pocos con los que tenemos, se suma el Papa a echarles una mano. Como estamos en guerra, más leña al fuego del independentismo nombrando arzobispo de Tarragona al párroco separatista de Jafre, pueblo gerundense de marcado protagonismo, cura de la órbita más radical de cuantas planean por las diócesis catalanas, uno más de entre esos que confinan el ámbito del catolicismo, es decir, el amplio espacio de la universalidad (porque católico significa universal), en lo que da de sí un corralito de comedias de andar por casa. No entiendo tan poca cautela ni que decida con tanta ligereza en un tema tan escabroso como éste.

Esto me trae a la memoria otros tiempos, felizmente superados para unos, de rabiosa actualidad para otros, cuando quedó vacante la Sede barcelonesa por traslado a la Sede Primada de Toledo de su titular, el arzobispo vallisoletano (de Villanubla) don Marcelo González Martín, con la bendición apostólica de Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios, que era quien quitaba y ponía a su antojo conforme al Concordato vigente con la Santa Sede. Era el año 1971 y aunque el Papa de entonces (Pablo VI) no estaba por la labor no tenía más remedio que aceptarlo. Aprovechando la coyuntura, hubo quienes proclamaron con una enorme pancarta su deseo de que el nuevo arzobispo fuese catalán, a los que otros respondieron con una contundente llamada a la lógica en otra pancarta no menos enorme que decía así: “Como somos mayoría, lo queremos de Almería”. Al contrario que ahora, la España de entonces se prestaba al chiste y lo ejercía con muchísimo talento. Tal vez por las circunstancias inherentes al ordeno y mando imperaba un sentido del humor que se ha perdido en aras de nada. El arzobispo elegido para sustituir a don Marcelo fue monseñor Jubany, catalán.

Tampoco entiendo a la Fiscalía de Madrid al reconocerle a Puigdemont el derecho a presentarse a las elecciones europeas en contra de lo dispuesto por la Junta Electoral Central, por respeto al derecho de sufragio pasivo, al de presunción de inocencia, al que sea, da igual, de un prófugo que se burla de las leyes un día y otro, que las desprecia jactándose además de ello? Más leña al fuego, en este caso (también) al del independentismo catalán, que arde sin parar mientras magistrados y jueces se echan la pelota como si les quemase en las manos el tema en cuestión. Pero resulta que por ley sí puede presentarse, tiene derecho a ello y por ello el Supremo avala su candidatura. Siendo así, entiendo a la Fiscalía, que ha hecho lo que tenía que hacer, pero no a la ley.

Y como el horno no está para bollos, es decir, no estamos para chistes, vuelvo a lo que hay, que es la ración cotidiana del pan nuestro de cada día, pero con la mirada puesta en Venezuela por lo mucho que nos afecta lo que allí ocurre. Mientras Podemos y Bildu arrimaban el hombro manifestándose juntos para mostrar su apoyo a la tiranía de Maduro, el Gobierno de Sánchez le paraba los pies y le cerraba la boca al opositor Leopoldo López, acogido como “huésped diplomático” en el embajada de España en Caracas. Que aguante allí quieto y callado hasta que aquí el paisaje político despeje y se aclare. A partir de entonces (del 26-M) ya se verá qué hacer y hasta entonces a andar con mucho ojo, mucho olfato y la mosca tras la oreja, porque nadie tiene todavía nada ganado ni perdido del todo.

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