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Ahora que ya todos los salmantinos, incluido el concejal de Turismo, Fernando Castaño, somos conscientes de que, a ciertas horas y ciertos días, en virtud de la invasión de terrazas, la antaño transitable Rúa Mayor, se convierte en un tapón sólo celebrado por los carteristas, supongo que lo pertinente será ir proponiendo ideas a la autoridad competente para solucionarlo. Por supuesto, me refiero a ideas un poco más creativas e imaginativas, que las razonables de reducir el espacio de las terrazas, que según parece no están contempladas para no incomodar a los propietarios de los negocios interesados en mantener esas terrazas.

Una idea fantástica sería, por ejemplo, construir un pasadizo subterráneo. Inaugurado ese pasadizo se debería colocar a la entrada y salida de la Rúa Mayor una señal de prohibido para los peatones que no dispusieran de una oportuna reserva de terraza en el día. Los estrechos pasillitos laterales que dejan libres las terrazas, se podrían aprovechar también para construir uno de esos carriles bicis que tanto entusiasman a la corporación municipal. Uno de ida por la derecha y otro de venida por la izquierda. De esta forma, derivaríamos a los paseantes por ese pasadizo bajo tierra que empezaría en la Plaza del Corrillo y acabaría en la misma Plaza Anaya justo a tiempo para emerger contemplando la majestuosidad catedralicia.

Otra idea estupenda sería construir un puente o pasarela que sobrevuele toda la Rúa y por la que podrían circular los transeúntes, dejando igualmente el pavimento completamente libre para el negocio de bares y restaurantes. Esta solución tiene la ventaja sobre la anterior, de que los caminantes, sean autóctonos o meros turistas, podrían seguir disfrutando de las preciosas vistas que ofrecen monumentos, fachadas y catedrales e incluso si lo desean hasta curiosear los menús que se estén sirviendo a ras de suelo si se decide construir la pasarela con un suelo de cristal, metacrilato o cualquier otro material transparente.

Como última idea, un poco menos higiénica, pero en compensación más divertida y arriesgada, propongo que los peatones pudiéramos atravesar la Rúa por encima de las mesas de las terrazas instaladas, eso sí, intentando no meter los pies dentro de los distintos platos que en esos momentos estén degustando los clientes instalados en las mismas. De nada.

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