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La situación

Miércoles, 4 de diciembre 2019, 04:00

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Viene hacia mí y le dedico mi mejor sonrisa esperando una pregunta. Pero cuando está cerca, y yo casi me paro a su altura en la acera, sigue de largo hablando, gritando o sonriendo para alguien invisible. Son los portadores de auriculares inalámbricos, ocultos tras su largas melenas o sus gorros, sin posibilidad de detección previa fiable hasta que haces el ridículo. Estoy herida por rotura del código de situación. Me molesta no percatarme de esto precisamente ¡yo!, tan resuelta en la distancia corta interpersonal; y me mosqueo. Y me dan ganas de decirles que no se puede hablar por el móvil como disimulando, sin la señalización conveniente: cascos enormes, móviles cegadores, un signo tecnológico por favor, para saber que si hablas pretendidamente solo no es locura ni monólogo proactivo que diría un personal coach. Solo eres porteador de palabras in itinere, un nuevo hábito cultural.

Me refugio en donde las palabras llegan directas, sin auriculares. Escucho al rector de la Universidad en un discurso de mañana talentoso y brillante, en el que propone el duro bregar tan propio de esta tierra como respuesta ante la incertidumbre; sigo las explicaciones de la fotógrafa Leonor Benito en el DA2 sobre su trabajo y considera la soledad del fotógrafo en su laboratorio como un bien que la lleva incluso a ser feliz; voy al cine y contemplo a Vargas Llosa y su durísima infancia, con un padre tan autoritario como ausente, en el inicio afanoso y sacrificado de su proceso creativo en el documental del director Chema de la Peña, siempre auténtico y preciso. Me descubre una reflexión preciosa de su trabajo que debería pulverizar la dicotomía lapidaria y escolar de ciencias o letras. Trabajando como economista en Madrid descubrió su talento, que era no conformarse con lo que hacía, y sintió la necesidad salvadora de expresarse a través del cine. Define esa inquietud como un faro, enfocando sin descanso su suerte de soledad y atrevimiento que ya nunca le abandonaría. Ese reflejo alumbró también a Félix Modroño, que dejó su trabajo en la banca para escribir, y conversa vaciado, sentimental y satisfecho, recién liberado de la entrega de su última novela. Y recuerdo a un poeta joven imprescindible, Fernando del Vall, centrado en la palabra, que escribe como para mí: “desde que te vi con los ojos del descubrimiento/yo sé lo que es conquistar un continente”.

Todos trabajan sus talentos, la inteligencia triunfante, que dice José Antonio Marina, quien nos lleva al pensamiento de Jerome Bruner, para quien la cultura da forma a la mente, le aporta significados que están en nuestras cabezas. Por eso la cultura es tan importante para nuestras vidas y la calidad de nuestra mente, que a veces se desconcierta. Porque ¿alguna pista sobre qué pensar de Vargas Llosa junto a Tamara Falcó en la final de Masterchef? Otra sacudida al código de situación.

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