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Es necesario haber cumplido muchos años para poder recordar aquel programa de televisión, pero en todos los que alguna vez tropezamos con él quedó grabada aquella cabecera con la que comenzaba, una obra de arte en sí misma y digna de festival de cortometrajes. Arrancaba con unas incisivas notas musicales, con las que Julio Mengod nos ponía en estado de alerta, mientras un coche setentero aceleraba en rumbo de inminente colisión con una enorme roca plantada en mitad de la carretera. Veíamos el tremendo impacto a cámara lenta y desde diversos planos, en los que el coche se descuajeringaba aparatosamente al tiempo que la voz en off de Rafael Taibo, la misma que doblaba los documentales de Jackes Cousteau y evocaba por ello un peso científico sobre la afirmación, pronunciaba la frase lapidaria: “el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra”. No sabría decir por qué, el subconsciente tiene sus propias e inaprehensibles leyes, pero esa es la frase que resonó en mi cabeza cuando leía ayer el titular: “La Generalitat Valenciana despide por WhatsApp a más de 3.000 sanitarios contratados por la covid”.

Es necesario ser muy bruto para no entender que el virus no se ha ido y la pandemia no ha terminado, que está lejos todavía la hora de desmantelar las barreras sanitarias. Es necesario ser muy desalmado para comunicar por SMS o WhatsApp un despido, para ignorar o dar la espalda a la historia humana que hay detrás de cada una de esas batas blancas. Y es necesario ser muy cínico para salir a aplaudir desde el balcón o hacerse la foto política con quien, después, si te he visto no me acuerdo. Creo que incluso les recordaron que son “héroes” antes de mandarlos a casa.

El pasado jueves escuché a un comisario europeo con fama de duro, Valdis Dombrovskis, llamar la atención a España por los “problemas estructurales” que causa nuestra baja inversión en Sanidad, por debajo de la media europea, después de que el gobierno Sánchez desvelase que solo gastará en este asunto el 1,5% de las ayudas europeas que comenzarán a llegar en otoño, Dios mediante. Llamó a invertir en Sanidad y empleo y dejar para más adelante, “una vez que las condiciones lo permitan, el equilibrio entre sostenibilidad fiscal y estímulo de inversión”. Hasta los “hombres de negro” muestran más misericordia con nuestros enfermos que quienes nos gobiernan. Mencionó “deficiencias en inversiones en infraestructuras físicas en la contratación y condiciones laborales de los trabajadores sanitarios”. El jueves todo esto me parecía una obviedad. La pandemia, creía yo, ha dejado bien clarita la prioridad del gasto sanitario. Pero hoy cae sobre mi esperanza, como una losa, la sentencia que un día sirvió para impartir educación vial en España y evitar muertes en carretera: “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”.

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