Borrar

La libertad del hijo de “Carbonerito”

Sábado, 21 de noviembre 2020, 04:00

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El hijo de “Carbonerito” estudió en una “academia de pago” porque sus padres, cuenta, preferían situarse fuera de los “recursos del régimen” y decidieron actuar de esa forma un poco “clandestina” para ejercer su libertad y darle a su hijo la educación que consideraban mejor. Ahora el hijo del torero “Carbonerito”, que curiosamente llama “casposos” a los taurinos, es ministro de Fomento y secretario general del PSOE. Parece ser que por su buena experiencia vital cuando tuvo hijos decidió matricularles en un centro concertado. “No hace falta que mis hijos sean socialistas, me basta con que sean libres”, contaba José Luis Ábalos en una entrevista en La Vanguardia para explicar la razón de la elección de un tipo de centro tan mal visto entre el sector vip del progresismo.

Isabel Celaá vivió su infancia en el colegio Sagrado Corazón, centro elitista y profundamente católico. Después, ya mocita, eligió la Universidad de Deusto, regida por la Compañía de Jesús para estudiar su carrera de Filosofía y Letras. Dada su trayectoria posterior, podría pensarse que lo pasó mal, que desde dentro conoció el infierno que ahora quiere quemar, pero los hechos demuestran que no, porque cuando fue madre y tuvo que elegir un colegio para sus niñas tiró de la chuleta de los mejores del País Vasco y las matriculó en el elitista colegio concertado de Las Irlandesas. Solo cuando las pequeñas dejaron de serlo y vieron desde el retrovisor esta etapa escolar ella decidió que los niños no eran de los padres y que los demás mortales no teníamos derecho a elegir un colegio para nuestros hijos, como en cambio sí hizo ella. Igual que el ministro astronauta, Pedro Duque, al matricular a sus niños no ya en un colegio concertado sino en uno privado porque considera que ahí es donde aprenden bien los idiomas. Para los hijos de los demás, si no tenemos como él dinero para pagar un centro privado, le parece bien que Celaá decida por nosotros a qué colegio tenemos que llevarles. También estudió en un centro privado Luis Planas, igual que luego sus hijos. Como ellos tienen la elección de enseñanza de sus descendientes asegurada, apretaron sin dolor y desde el más puro egoísmo el botón para destruir la concertada. Todo por no enfadar al rey sol.

Porque lo de Carmen Calvo se ve que es distinto, que ella salió renegada del colegio de las Escolapias de Cabra -se desconoce si ya entró así- y se entiende que incluso aporreara el botón porque, corta de miras, para ella un concertado está siempre ligado a curas y monjas, aunque eso sea una enorme “fake new”.

La mitad de la numerosa bancada del Gobierno sabe que no es así porque unos, como Calviño han estudiado en centros privados, y otros en concertados no católicos, como Darías. Ninguno de ellos dudó en dar el “sí” a la aprobación de la Ley Celaá incluso sin haber tirado del comodín de descalificar antes la enseñanza que recibieron y que, curiosamente, les ha llevado a los sillones azules del Congreso. Grande-Marlaska, Margarita Robles, Illa, Rodríguez Uribes... hasta Pablo Iglesias eligió un concertado para estudiar COU y la también comunista Irene Montero pasó su infancia en otro. Eso sí, a ellos ni les va ni les viene lo de ayer porque ahora con el casoplón les corresponde un centro público de lo más pijo, como ellos.

Y claro que hay concertados de clase alta, como al que envió Celaá a sus niñas, pero también públicos de “gente bien”, y lo sabemos en Salamanca. Y hay centros públicos con numerosa población emigrante igual que concertados que avanzan gracias a la dedicación de un profesorado que entiende que lo suyo no es un trabajo, sino un deber social. Tampoco es difícil encontrar en Salamanca un colegio público con mayoría de alumnos de hogares acomodados a metros de concertados con gran parte de chavales de familias de clase baja.

Y claro que la Ley se carga la educación especial y claro que hay niños con discapacidad que pueden convivir en centros ordinarios y otros que, en cambio, para avanzar necesitan la tranquilidad de uno de educación especial. Claro que hay concertados mejores y peores, como públicos. Y claro que todos queremos una enseñanza igualatoria, pero muchos no estamos dispuestos a que sea igualadora como dice el Gobierno. Y claro que todos sabemos que el informe Pisa dice que en Salamanca no hay grandes diferencias entre el nivel educativo -alto- de los alumnos de la pública y de la concertada, señal de que no se segrega. Otra cosa es que los defensores de un pensamiento único no quieran leerlo.

El hijo de “Carbonerito” y la propia Isabel Celaá pudieron estudiar en un centro de pago porque, qué cosas, hasta Franco permitía elegir.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios