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La gravedad

Miércoles, 2 de diciembre 2020, 04:00

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Entre los seis invitados preceptivos de las casas en las fiestas navideñas habrá, afortunadamente, muchos jóvenes de los cuales, nos dice el INE, que el 52 por ciento de entre los 25 y los 29 años continúa viviendo en la casa paterno/materna. Sabemos por experiencia propia que el imán invisible que nos hace volver, acercarnos lo más posible a lo que fue nuestra casa, la que nos dio cobijo mientras crecíamos y nos ayudó a construir nuestras alas de futuro, es una fuerza tan potente como la gravitatoria, que nos ata, lo queramos o no, tanto a la tierra como a un hogar concreto y ojalá que en pie. Cuando nos falta ese lugar de referencia, nos quedamos con un pie en el vacío, colgando sobre la inmensidad de nuestros recuerdos.

Pero es difícil, a veces imposible, volver a casa; y según nos dice el Instituto y el Consejo de la Juventud de España, en su último Observatorio de Emancipación Juvenil, es mucho más complicado marcharse. No es fácil, ni lo va a ser de inmediato, que nuestros jóvenes abandonen el hogar familiar, los horarios atávicos de la infancia o el uso de la habitación mal llamada de soltero/a, refugio protector ante todos los estados civiles y anímicos.

Este estudio indica cómo ha afectado a nuestros jóvenes la crisis económica generada por la pandemia y que los seis primeros meses de este año reflejan los peores niveles de emancipación desde el año 2001, con sólo el 17 por ciento de la juventud emancipada y la caída más profunda de esta tasa desde 1988. A la frustración de no irse se unen las tasas de paro juvenil, sin precedentes en la EPA, con solo 3 jóvenes empleados de cada 10 y el 29,6 por ciento de los menores de 30 años en ERTE, una cifra similar a la tasa de paro juvenil para los jóvenes entre 16 y 29 años, unos 2.616.684, según la población de 2016.

El desánimo lleva a más de la mitad de ellos a no buscar trabajo activamente y cuando lo consiguen su salario medio asciende a 973 euros mensuales, de los cuales destinan el 93 por ciento a la vivienda, si aspiran a no compartirla. Por eso el Consejo insta a los poderes públicos a intentar que disminuya al 30 por ciento y que se incluyan sus vidas y aspiraciones en la protección prioritaria de país que hemos mal diseñado.

Sobre sus hombros debería asentarse sólidamente la población creciente en edad, pero el informe lleva el título de Juventud en Riesgo. En 2015 la prensa económica elogiaba las posibilidades de los jóvenes sobradamente preparados. Hoy hablamos de su precariedad, de sus dificultades generalizadas, justo en la década en que se pronosticaban 7,6 millones de vacantes para el relevo generacional del tejido productivo. Y nosotros... ingrávidos sobre sus ilusiones rotas.

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