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Ja, ja, ja, me parto con Sánchez

Miércoles, 6 de noviembre 2019, 04:00

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Me sumo a todos los que han desaprobado el horario intempestivo del debate de la noche del lunes. No se puede hablar desde un atril de la necesidad de conciliar y a la vez protagonizar un debate que nos obliga a estar hasta la una de la mañana.

Del debate no esperaba más que me aclararan si estas elecciones van a servir para algo o estamos condenados a volver a las urnas por quinta vez en cuatro años. Poco importan los programas electorales, lo que nos inquieta a los ciudadanos en estos comicios es si sus señorías van a ser capaces de llegar a algún acuerdo entre ellos que permita a España tener un Gobierno estable. Pero mucho me temo que nos volverán a decir que nos hemos equivocado y que tenemos que volver a votar a principios de primavera. Nadie nos garantizó que harán lo imposible para pactar, que es lo que le está diciendo el electorado, ni desveló con quién pactarían. Bueno, sí. Sánchez no renegó de los independentistas cuando Casado insistió si quería volver a pactar con Torra y Junqueras. El silencio cómplice con los golpistas quiere decir que es mejor no enfurecer a la bestia por si finalmente son necesarios sus votos. La alternativa del presidente en funciones es que le dejen gobernar por su cara bonita. Y Pablo Iglesias sigue sin entenderlo, por muchos desprecios que reciba del inquilino de La Moncloa.

Me parto con Pedro Sánchez candidato. Ahora va y dice que gobierne la lista más votada. ¿Pero no votó usted en contra cuando lo planteó el PP en los tiempos de Mariano Rajoy?

El presidente en funciones y candidato socialista, fue sin duda el perdedor de un debate en el se mostró prepotente, soberbio e incluso rayando la mala educación. Fue el único al que tuvieron que abrir la puerta al llegar al Palacio de Cristal y fue el único que empezó por poner gestos de indiferencia cuando hablaban sus contrincantes y terminó por no levantar la vista de los papeles que llevaba para no mirar a la cara a los miles de telespectadores. En definitiva, Pedro Sánchez lo único que ganó son los votos que Vox le podría quitar al PP.

Para Rivera tampoco fue su noche. Repitió “merchandising” como en el debate de abril, pero ya no tuvo la más mínima gracia con el adoquín que sacó, que parecía la madre de Tamara “La mala” con el ladrillo en el bolso. Ni la peluquera de Malú, a la que se llevó al debate para que lo acicalara antes de salir a escena, fue capaz de quitarle la mala cara que llevaba Rivera.

Se le nota sobrepasado por la debacle que pronostican las encuestas. El líder de Ciudadanos cayó de nuevo en su propia trampa, en una trampa que no perdona el electorado, que es su indefinición. De no hablar ni siquiera con el presidente Sánchez ha pasado a arremeter contra Casado. O se centra y le dice al electorado con nitidez dónde está, o acabará por desaparecer. Nada pasa más factura que no saber lo qué se quiere. Y por lo que dicen las encuestas, la mayoría de los votos que recibió Albert Rivera el 26 de abril procedían del centro derecha, porque es precisamente por dónde está teniendo la mayor fuga de respaldos. Sin embargo, Rivera es libre de hacerse de nuevo socialdemócrata y volver a sus orígenes. Lo importante es que se aclare para que el votante sepa a quién está votando cuando coge la papeleta naranja. Yo noto a Albert en los últimos meses muy, muy despistado.

Pablo Casado recuperó terreno. Estuvo centrado, aunque algunos le reprochan que dejara salir vivo del debate a su principal enemigo en estos momentos: Abascal. Ni el más mínimo reproche. Hizo como si no existiera. Incisivo con los pactos, se centró en su adversario Pedro Sánchez, con el que se puede medir de tú a tú.

Y el otro Pablo, tampoco desaprovechó el debate para retener votos, incluso para arañar alguno al PSOE porque el desprecio que le propinó el presidente en funciones le favorece enormemente. El electorado de izquierdas al final verá que el único que bloquea la formación de Gobierno es Pedro Sánchez y que el mayor responsable de la repetición electoral se llama Pedro Sánchez.

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