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‘Hay partido’ en el centro derecha

Viernes, 12 de marzo 2021, 04:00

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En el centro derecha ‘hay partido’, como aseguran los aficionados al deporte cuando se atisba una remontada. Hay esperanza. Gracias a Inés Arrimadas. O mejor dicho, gracias a Isabel Díez Ayuso para desgracia de Inés Arrimadas. El tiro en el pie que se ha dado la lideresa de la formación naranja con la automoción de censura en el Gobierno de Murcia ha sido de dimensiones estratosféricas. Lo nunca visto en política. Un partido que forma parte de un gobierno de coalición le pone los cuernos a su pareja para irse con el ‘enemigo’ de ambos. En definitiva, más que un tiro en el pie un tiro de gracia como el que se ejecuta contra un animal malherido para que no sufra. La maniobra -urdida con Ferraz- tenía como verdadero objetivo provocar un efecto dominó en Madrid y, posiblemente, en Castilla y León. Pero a Iván Redondo, urdidor de la maquinaria conspiranoica socialista, se le olvidó un detalle. En Madrid se topó con su homólogo en asesoría con mando en plaza, Miguel Ángel Rodríguez. El exportavoz del Ejecutivo Aznar ha moldeado en apenas dos años a una desconocida -para la mayoría de los ciudadanos- Ayuso para convertirla en líder: tiene tantos fanáticos como detractores.

La rápida actuación de la presidenta de la Comunidad de Madrid, con la inspiración divina de Miguel Ángel Rodríguez, propició una maniobra propia de un estadista o de un avezado jugador de ajedrez. La convocatoria de elecciones anticipadas ha supuesto un golpe de efecto espectacular para el PP e incluso, me atrevería a decir, para todo el centro derecha. Un espectro político sumido en la desesperanza, en la desilusión, en la desmotivación... como consecuencia de no poseer un carismático y capacitado líder nacional, así como un equipo a su alrededor que despierte confianza en sus simpatizantes. Sin embargo, ese tiro en el pie de Arrimadas ha supuesto que Díaz Ayuso haya ‘disparado’ su cotización en dos direcciones y todas ellas al alza. La primera, para continuar con la presidencia de la Comunidad una vez celebradas las futuras elecciones pero, además, con una mayor confianza de la otorgada por los electores en 2019, incluso rozando la mayoría absoluta. Y la segunda, para apartar a Casado del liderazgo del partido y aspirar a Moncloa como indiscutible candidata.

Esa ilusión desatada en gran parte del votante del PP -hasta ahora sumido en el hartazgo- ha supuesto que muchos ya reconozcan abiertamente que votarán de nuevo al Partido Popular, del que habían renegado tras los continuos fracasos en votos y en dirección de los populares. A todo eso, con la que estaba cayendo en Salamanca y en Castilla y León, con díscolos y desleales en el seno del PP, la maniobra parece haber dado aire a Alfonso Fernández Mañueco. Ni a él ni al PP le interesaba un adelanto electoral. Y mucho menos a los ciudadanos, que quieren que le resuelvan sus problemas -que no son pocos- y les faciliten vacunas, en lugar de perder el tiempo con campañas electorales que desemboquen en unos resultados inciertos.

Mañueco e Igea han apelado a la sensatez y a la confianza para mirar al futuro unidos, seguros de que no habrá traidores en las Cortes que apoyen la moción de censura urdida por Pedro Sánchez para el títere Tudanca.

De lo que no me cabe la menor duda es que Salamanca será un oasis. Porque en caso de que Arrimadas sacara la escopeta contra sus tres concejales en el Ayuntamiento -Ana Suárez, Fernando Castaño y Juan José Sánchez- estos se declararían insumisos, si es que puede utilizarse esta expresión para desobedecer a la dirección del partido y obedecer al compromiso adquirido para, junto el PP, gobernar la ciudad. Creo que si alguna vez los ‘naranjitos’ tuvieran que poner los cuernos -políticamente hablando- lo harían a las siglas por las que se han presentado que, por otra parte, han perdido la identidad con la que nació. Aunque más que hablar de cuernos, sería más apropiado aquello de “se nos acabó el amor”. Creo que éste sería el primer paso antes de declararse abiertamente al PP. Aunque desde el PP local pueda haber ya, incluso, cierto flirteo. Ya veremos.

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