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VIVIMOS sin darle importancia a ese milagro que supone cada día despertar y que todo nuestro organismo funcione aproximadamente como explican los tratados y los manuales de biología que alguna vez estudiamos.
Lo cierto, es que con mucha más frecuencia de lo deseable, se producen anomalías y excepciones a ese sofisticado mecanismo que pone en marcha nuestra cabeza, cuerpo y extremidades cada vez que nos incorporamos y que eso no siempre sucede lejos y exclusivamente a los demás. Particularmente a un servidor, se le detuvo el sol hace ahora exactamente tres meses.
Tras ese arañazo, hoy apuro la vida y miro el mundo con otros ojos. Son los ojos de otro de esos afortunados supervivientes que fue dejando atrás el frío y el miedo que aquel tumor provocó porque tuve la inmensa suerte de encontrar en el camino gente maravillosa que me cuidó con esmero y paciencia, la imprescindible familia que me acompañó en la enfermedad y algún ángel de la guarda con bata blanca, yo que siempre fui tan escéptico, que con intuición, aprecio, medicinas, bisturí, vocación y sabiduría me ayudó a salir del pozo. Y a curarme.
Apenas si conozco poco más que su nombre (Angy Rodríguez), su acento cálido y latino y sus ojos (¡ay de esas putas mascarillas que nos roban la sonrisa de quien nos devuelve la esperanza y hasta la misma vida!), pero desde aquí y aunque dudo que ella lo lea (seguramente estará ocupada intentando reparar otros motores y mecanismos), quisiera enviarle mi eterno agradecimiento hoy que precisamente festejo mi cumplemeses y celebro la vida.
Sé que no todos tuvieron la misma suerte que yo. Perdí a mi madre, con casi diez años menos de los que yo tengo ahora, en una batalla similar, pero a los que siguen en la lucha desde aquí les envío todo el ánimo, la energía y la fe de que afortunadamente cada vez somos más los que remontamos vuelo.
A quiénes ostentan alguna responsabilidad para seguir dotando de medios a la sanidad pública y a la investigación, humildemente pedirles que no sean cicateros y que sigan en conciencia apostando por ello, sin partidismos ni intereses espurios. De esos medios y de las investigaciones que ahora se afanen en seguir alumbrando luz sobre esta enfermedad, depende el futuro y la esperanza de muchos de nosotros.
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